martes, 17 de diciembre de 2013

LA TUMBA DEL PILOTO ALEMÁN JOHANNES BOCHLER

María Esperanza Rigo

"Procura no salir de noche, y mucho menos acercarte al pequeño cementerio, pues si perturbas el sueño de los muertos corres el peligro de que caiga sobre ti una terrible maldición"

Isla de Cabrera
(Foto: clubdelamar.org)
Estas palabras, que es posible que más de uno recuerde pues fueron muchas las veces que se pronunciaron, solían escucharse en las frías noches de Cabrera, mucho antes de que se convirtiera en parque natural, en la pequeña cantina del puerto en la que pescadores y soldados se reunían a pasar el rato tras la cena y momentos antes del merecido descanso nocturno. "¿No escucháis ruidos extraños por la noche? -acostumbraban a preguntar los experimentados pescadores a los jóvenes soldados allí destinados- "Es el fantasma del aviador. Por las noches deambula por la isla, desesperado porque su cuerpo yace aquí, lejos de su patria; mortificado porque nunca recibirá el llanto, la compasión o la piedad de sus seres queridos, pues no hay nada peor para el alma humana que no sentir el calor de los suyos una vez traspasado el umbral de la muerte".

Probablemente muchos de esos jóvenes volvían a casa pensando que todo aquello no eran más que invenciones, "cuentos de vieja" que los pescadores relataban con el único ánimo de amenizar los escasos momentos de asueto de los que disponían pero ésta, como muchas otras, es la leyenda surgida a raíz de un hecho real, un hecho sucedido allá por el año 1944.

Avión Me-109 (Foto: zonamilitar.com.ar)
En el mes de abril, Johannes Bochler, piloto del III Reich combatiente de la Segunda Guerra Mundial, fue abatido cuando sobrevolaba nuestras aguas a bordo de su Me-109 por un caza de la RAF (Royal Air Force, fuerza aérea Británica). El cuerpo fue rescatado y sepultado en el pequeño cementerio que todavía hoy existe junto a las ruinas de una antigua fortificación de la citada isla, siendo él y el pescador conocido como "El Lluent", los únicos habitantes del minúsculo camposanto. Bochler fue enterrado en el más estricto anonimato, sin recibir jamás la visita de sus amigos o familiares pues ninguno de ellos tenía constancia de dónde podían descansar los restos de su ser querido. De ahí surgió la leyenda de que era tal el desconsuelo que sufría el alma del joven piloto que maldecía con correr su misma suerte a todo aquel que osara profanar su lugar de descanso, condenando al intruso a perecer en tierra extraña, alejado de su hogar y de los suyos.

Pero en 1982, casi cuarenta años después del terrible suceso, por fin el cuerpo de Johannes fue exhumado y, después de que el destacamento de Transmisiones destinado en Cabrera le rindiera honores militares, trasladado a su tierra natal, aquella que un día vio partir y que por fin le veía regresar. Sin embargo, como venía sucediendo desde hacía unos años, un ramo de flores seguía apareciendo misteriosamente en la tumba del soldado. El piloto británico que derribó a Bochler, conocedor de la historia (no se sabe a ciencia cierta si por la prensa o por propia investigación) y visitante asiduo de la isla de Mallorca, en un gesto de caballerosidad recorría cada año la escasa distancia que separa una isla de la otra para honrar al que un día, obligado por las circunstancias y arrepentido de aquella acción, quitó la vida.
Cementerio de Cabrera
(Foto: itinerarioshistoricos.diariodemallorca.es)

Dado que ahora ya el espíritu del aviador alemán no tenía motivos para hacer notar su dolor ni manifestar con su presencia toda la amarga soledad que le torturaba por saberse lejos de su hogar, todos pensaron no solo que la maldición habría desaparecido sino que el alma del joven piloto habría conseguido, ya por fin, el merecido descanso eterno.

No obstante, cuentan los pescadores que en las frías y solitarias noches cabrerencas siguen escuchándose, como sucedía antaño, los quejidos y lamentos del piloto y, de nuevo como en el pasado, siguen cuidándose de salir a horas intempestivas por temor a verse afectados por la maldición, pues dicen ahora los viejos del lugar que tras tantos años reposando en nuestras tierras, el espectro del joven tiene un vínculo con éstas, un vínculo que le obliga a permanecer junto a la que un día fue su tumba, un vínculo que le mantendrá eternamente unido a la isla de Cabrera.




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