domingo, 25 de enero de 2015

LA ELEGIDA (XII)

JOANA JOY

JOAN DE GUILLART


Después de pasar unos días de paz y tranquilidad disfrutando de aquellos bellos parajes que le ofrecía la Serra de Tramuntana, Magda decidió que había llegado el momento de regresar. Todo lo acontecido durante el Capítulo, confirmaba muchas de las cosas que ya conocía; sin embargo, nuevas preguntas rondaban su mente -¿quién era realmente Fernando para estar allí como un hermano más y sentado a la derecha de su tío Joan?

-Todo a su tiempo mi querida Magda.-le dijo la dulce voz.
Empezaba a caer la noche cuando Magda llegaba al convento, justo a la hora en que el hermano Bernat terminaba de preparar la cena que se iba a servir aquella misma noche.
-¡Buenas noches Bernat!
-¡Buenas noches, niña Magda! Pensé que volverías antes, ya veo que te han sentado bien estos días de desconexión.
-Así es. Me hubiera gustado quedarme más tiempo, pero tenía que volver y continuar con mi viejo proyecto.
En ése mismo momento entraba por la puerta de la cocina, el nuevo Hermano Mayor, su tío Joan de Guillart. –Mi querida sobrina, veo que ya has regresado. Necesito hablar contigo. Ahora.
-Está bien, vamos. –contestó Magda, al ver la cara de pocos amigos que tenía su tío. -¿dime, de qué se trata?
-Siéntate. Y explícame cómo lo hiciste. –le dijo mirándola fijamente a los ojos.
-No sé a qué te refieres.
-Nada más verte entrar en el refectorio, supe que eras tú. Y cuando te acercaste a mí para servirme, tus pequeñas y delicadas manos, me lo confirmaron.
-Al verse descubierta, no tuvo más remedio que reconocer que aquella noche también estuvo allí. –¿cómo lo hice? He tenido buenos Maestros, y lo sabes, ya que tú eres uno de ellos.
-Sabes perfectamente que las mujeres lo tenéis terminantemente prohibido. Responde, ¿cómo lo hiciste?
-Y tú, pareces haber olvidado de quién soy hija. Mi padre me enseñó y preparó para ser la mejor. Y lo sabes; en estos momentos, voy a acogerme al Voto de Silencio para no contestar a tu pregunta. Sabes que puedo hacerlo.
-¡Soy tu tío! –dijo dando un golpe seco sobre la mesa, dejando visible sobre su muñeca una pulsera idéntica a la que le dieron a Fernando, pero la de su tío, no llevaba dos perlas, si no, tres. Las tres perlas significaban el máximo grado de Conocimiento. No todos los hermanos eran dignos de llevarla. Las pruebas por las que tenían que pasar para conseguirlas eran realmente difíciles.

Joan de Guillart, era uno de los pocos que lo había conseguido, su capacidad, inteligencia, destreza y conocimiento, habían hecho de él un hombre imbatible y digno merecedor de poseerla.
-No, en estos momentos no lo eres. A quién veo y tengo ante mí es al Hermano Mayor de la Orden.
Magda, sabes qué no puedes!
-Bien, lo entiendo. Ahora si me lo permites, me retiro. Dile al hermano Bernat que esta noche no tomaré nada para cenar. Buenas noches.
-¡Espera, esta conversación aún no ha acabado!
-Para mí, sí. ¿O acaso, me vas a decir el significado del brazalete qué llevas? –le preguntó Magda consciente de qué con ello ponía nuevamente en un jaque verbal a su tío.
-Sabes que no puedo, ahora no. Algún día sabrás.
-¿Cuándo yo también sea digna de llevarla?
Magda!
-¿Dime, querido tío Joan?
-Vaya, de nuevo vuelvo a ser tu tío.
-Sabes lo mucho qué te quiero y significas para mí. Pero también conoces cuál es mi meta, y no voy a parar hasta llegar a ella. Con tu ayuda, o sin ella. Se lo debo a mi padre. –dicho esto, se levantó  y se marchó.

Ya en su habitación, Magda se dirigió hasta la cómoda, abrió el primer cajón y sacó su preciada caja de madera en forma de rosa. En su interior, un brazalete idéntico al que llevaba su tío, sólo que el suyo tenía dos perlas negras. –debo conseguir la tercera y lo haré –se dijo para sí.
En ese mismo instante recordó el momento en que se le entregaba a Fernando el suyo. Y también sus besos y caricias… Ahora más que nunca debía apartarlo de su corazón y de su mente.
-Sí. Debes hacerlo. –le dijo de nuevo aquella dulce voz –sigue con tu proyecto, debes centrarte y no dejar qué nadie te aparte de él

A la mañana siguiente y después de desayunar, se dirigió a la biblioteca. Mientras disfrutaba ojeando un antiguo libro, descubrió una pintura impresa en el mismo, en ella había una mujer sentada en un pupitre, mientras un hombre la asaltaba por detrás para robarle un beso.
-¡Maravillosa pintura! Confirmada está mi teoría.
-¿Cuál? –le dijo una voz que le resultaba familiar. Era el Coronel Musset.
-Hola coronel, y sin girarse, dijo: -mujeres de la Edad Media estudiando en un convento de hombres. Convento, cenobio o monasterio; llámalo cómo quieras.
-Buena deducción, mi querida Magda
-Pero no es un Caballero.
-Si te fijas bien mi querida nIña, por la vestimenta, tampoco es un monje. Más bien parece un mago, lo digo por los símbolos de la túnica.
-Es lo que parece. Aunque hasta donde mi conocimiento llega, sé que nunca los hubo. O ¿sí?
-La Orden los protegía. –dijo en tono serio Musset.
-¿Cómo dices, en serio, a cambio de qué?
-De conocimientos. –Musset volvió a contestar con total seriedad
-¿Y a mí, por qué se me protege?
-En la Orden, los mandatos dados por la superioridad, no se pregunta ni se discute sobre ellos.
-Yo no soy maga, tampoco hechicera.
-Pero tu belleza embruja a cualquiera, ¡empezando por mi! -dijo el Coronel Musset, quien había entrado al tiempo de que ella hiciera su descubrimiento.
-¡Mi coronel! ¿Cómo estás, cuándo has llegado?
-Hace un par de horas. He venido a saludar y de paso a dar la enhorabuena a tu tío por su nuevo nombramiento. –le dijo mientras la miraba fijamente a los ojos, al ver como la expresión de su cara cambió.
-¿Pasa algo mi querida niña, estás bien? Sé que ayer tuviste una conversación un poco acalorada con tu tío; me llamó para decírmelo y también, lo arrepentido que estaba de haberte hablado asi. Pero, debes de reconocer que no hiciste bien.
-Por favor, no sigas. Yo también me siento mal por ello, pero debía hacerlo.
-Lo sé. Estás acostumbrada a caminar sola, y pasar las pruebas sin que nadie te indique el camino que debes seguir; sólo el de tu intuición.
-Así es.
-¿Qué te parece, si vamos a comer los tres y hacéis la paces? Por cierto, esta vez elijo yo.
-De acuerdo mi coronel. En ésta ocasión, dejaremos a tío Joan que nos invite, ¿no crees?
-¡Me parece perfecto, decidido entonces! Procura estar lista a las dos.
-Lo estaré. Ahora ve, seguro que ya te estará esperando.

domingo, 18 de enero de 2015

LA ELEGIDA (XI)

Joana Joy

Todos los hermanos convocados ya tenían la tercera rosa roja; había llegado el día. En esta ocasión, Mortitx era el lugar escogido por los hermanos, especial y emblemático sin ninguna duda para los Caballeros de la Orden de la Perla Negra.

Magda había pensado que lo mejor sería marcharse a primera hora de ésa misma tarde, así nadie, empezando por su querido tío sospecharía nada de lo planes que tenía para ése día diecinueve de enero. Andaban demasiado ocupados todos, como para estar pendientes de ella. Sólo Bernat. Él mismo fue quien le dio la idea. 

Nada más llegar al hotel donde después del Capítulo pasaría unos días de tranquilidad, dejó la maleta, se dio un baño relajante, se puso ropa cómoda y salió a pasear por el pueblo. El tono rojo brillante azulado que inundaba las montañas con una explosión de rojos, rosas y naranjas eran un regalo único que ofrecía en aquél atardecer la naturaleza del lugar. Había llegado el momento, Bernat ya lo tenía todo preparado y a punto.

-Mi querida niña Magda, ¿estás nerviosa?
-No Bernat, sólo ansiosa por ver y saber. Ya me conoces, soy un ratoncito de biblioteca que siempre está buscando y averiguando todo lo que puede y más.
-Lo sé, niña Magda. A veces, incluso demasiado.
-No me riñas Bernat, sabes que estoy feliz por lo de esta noche. Prometo portarme bien y seguir al pie de la letra todas tus indicaciones.
-Eso espero, sabes que me estoy jugando mucho dejándote hacer esto.
-Lo sé. Pero quédate tranquilo, todo saldrá bien.

Mientras, en el refectorio los hermanos iban entrando y ocupando su lugar en la mesa. Había llegado el momento, y la hora de servir la cena; Magda se puso la capucha para evitar que nadie la reconociera y con mucho temple, sigilo y prudencia comenzó a servir en los cuencos la deliciosa sopa de ajo que había preparado el hermano Bernat para la ocasión.

Los hermanos presentes iban vestidos con el hábito propio de la orden y a cara descubierta. Presidía la mesa el Hermano Mayor y a su derecha, el segundo de más rango dentro de la orden, su tío Joan. También estaba presente el hermano Michel, al resto, los conocía de vista, ya que no solía tratar mucho con ellos. -¿pero quién era el que estaba sentado al lado de su tío? Nunca lo había visto, aún así su figura le resultaba familiar. Pálida se quedó al reconocer su rostro mientras servía a otro de los hermanos. -¡no puede ser, no puede ser, es él, Fernando! ¿Pero qué hace aquí, y vestido como un hermano más? –Bernat le daría la respuesta.

-Mi niña Magda, ¿qué te pasa con esa cara? Parece como si hubieses visto un fantasma.
-Bernat ¿quién es el hombre que está sentado al lado de mi tío, cómo se llama?
-Su nombre real no puedo decírtelo, pero dentro de la orden es conocido como Fernando. Hasta aquí puedo decirte, así que, no me preguntes más. No voy a contestar. –le dijo todo serio.
-Bien. Ya bastante te estás arriesgando por mí. –Magda sabía lo que se estaba jugando el bueno de Bernat por darle el capricho a ella. Después de la cena, acudieron todos al lugar donde se oficiaría el Capítulo, incluído el hermano BernatYa todos colocados en el lugar asignado para cada uno de ellos, el Hermano Mayor comenzó a hablar.

-Buenas noches a todos y gracias por asistir. Antes de entrar de lleno en el orden del día, y como siempre, pasamos a votar el Acta del Capítulo anterior.-después de que todos asintieran y aprobaran por unanimidad la misma, el Hermano Mayor pasó a decir los puntos a tratar. El primero era el nombramiento de Joan de Guillart como nuevo Hermano Mayor de la Orden, ya que el actual había decidido dejar el cargo por motivos de salud y a la vez el otorgamiento de grado a otro de los hermanos por su éxito en la última misión asignada.

-Mi querida niña Magda, desde aquí podrás ver y escuchar todo lo que se hablará durante el Capítulo. No te muevas, en noches como esta, la seguridad está controlada al segundo. Un simple movimiento, y ya está. ¿Entiendes? –le dijo en tono serio a la vez que ceremonioso.-debo dejarte, y recuerda todo lo que te he dicho. Magda estaba feliz por estar allí, se sentía orgullosa por el nuevo nombramiento de su querido tío Joancomo nuevo Hermano Mayor y a la vez, inquieta. Se preguntaba quién era realmente Fernando para no sólo estar allí, si no también estar sentado a la derecha de su tío. Estaba claro que ése no era el momento de averiguarlo; ya tendría tiempo de hacerlo.

Mientras estaba con sus pensamientos, el Hermano Mayor saliente nombraba el segundo y último punto del orden del día a tratar: -y ahora paso a entregar la segunda perla negra, como reconocimiento al esfuerzo y falta de temeridad ante las pruebas y trabajos asignados, a nuestro hermano Fernando.-en ése mismo momento, al ver Magda la pulsera de cuero negro con dos perlas negras que se le entregaba al interesado, recordó que ella tenía otra igual, guardada con celo y mucho cariño en una bella caja de madera en forma de rosa que mandó a tallar su añorado padre especialmente para ella. -llegado el día,
deberás llevarla para completar tu ciclo. Para ello deberás pasar una última y difícil prueba. Pero ahora, guárdala. No la necesitas, ahora no.

-Ha llegado el momento mi querida niña, pero aún así debes seguir buscando, te faltan cosas por descubrir y saber. Ahora vete, ya has visto y conocido todo lo que necesitabas ver y saber. Sigue el camino que el bueno de Bernat te ha indicado anteriormente para salir de aquí sin ser vista.
-Papá, ¿estás aquí?
-Sí, mi querida Magda. Siempre lo estoy, te lo prometí el día que me marché. ¿Ya lo has olvidado?
-Nunca. Sé que siempre estás conmigo. Hacía tiempo que no te notaba.
-Lo sé. Pero eso no significa que no esté contigo. Anda, sal de aquí y regresa al hotel. El Capítulo está a punto de acabar. Y no te preocupes por el hombre que has visto esta noche, algún día sabrás quien es él realmente. Sólo quiero que esta noche cuando te encuentres en la tranquilidad de tu habitación de hotel, escuches a tu corazón, allí encontrarás muchas de las respuestas que ahora y con tanta ansia, buscas.

Ya en el hotel, cenó algo ligero y subió a la habitación. Necesitaba estar sola para poner en orden todo lo que había visto y vivido aquella noche.
-Hazle caso a tu padre, escucha tu corazón; él te guiará. -le dijo aquella voz dulce que ya empezaba a reconocer cada vez que le hablaba. -busca niña, todas las respuestas están en ti. Magda recordó en ése momento un sueño que tuvo cuando era una niña. El mismo transcurría en el salón de un gran palacio donde estaba su padre; él siempre fue un hombre muy elegante y apuesto, era alto, moreno, de negro azabache sus cabellos y de ojos grandes y mirada penetrante y a la vez, dulce. Tal y como ella lo recordaba. En el mismo llevaba un traje gris perla y sus brazos estaban abiertos, invitándola a que se acercara a él. Magda toda contenta salió corriendo hacia su padre, quien la cogió en brazos y en ése mismo instante, ella se da cuenta de la presencia de otro hombre quien también iba de traje; era tan alto y apuesto como su padre, de cabellos rubios y ojos negros.
-Yo no. Él. –le dijo su padre mientras hacía ademán para que aquél hombre rubio la cogiera en brazos, cosa que Magda no aceptó y como pudo se soltó de los brazos de su padre y salió corriendo hacia una puerta que llevaba al jardín.
-No lo acepto. Te quiero a ti. –se repetía Magda una y otra vez, llorando de rabia e impotencia, al tiempo que no dejaba de correr hasta que llegó a un centenario arbusto donde se paró, cobijándose a sus pies. A las pocas semanas, su padre falleció.
-¿Entiendes ahora el significado de ésa visión que tuviste a través de un sueño? Magda, mi querida niña, aquel hombre que rechazaste era y es tu Destino. Tu padre sabía que le quedaba poco tiempo de vida y no quería dejarte sola. Te conocía bien, y no le extrañó tu reacción. A él le dolió mucho más que a ti tener que marcharse.
-Lo sé. Empiezo a atar cabos y entender muchas cosas… encuentro casual en una cafetería de la Plaza España de Palma, el verle de nuevo en Escocia
-¿Vas entendiendo mi querida niña? No tocaba que hoy le vieras y mucho menos donde le has visto. Pero sabes muy bien como canalizar toda la información que vas obteniendo Y con ésta, también lo harás. Él, al igual que tu padre, lleva toda la vida pendiente de ti y protegiéndote. Cada uno en su plano. MagdaFernando es tu Destino, el hombre al que amas y el mismo que te protege y cuida, como así quedó escrito, firmado y sellado aquel día tantas veces recordado de un mes de mayo, de hace ya muchos años.


domingo, 11 de enero de 2015

LA ELEGIDA (X)

Joana Joy


EL SUEÑO DE ROGER


            
-¡Buenos días tio Joan! ¿Cómo estás?
-Buenos días mí querida sobrina. Muy bien, estoy ordenando unos documentos, en unos días salgo de nuevo de viaje.
-¿Convocado Capítulo? -preguntó Magda al ver sobre la mesa de éste una caja con un sello lacrado. Sabía perfectamente que había en su interior.
-Así es-. Contestó Joan de Gillart.
-¿Cúando te marchas? Llévame contigo.
-Sabes perfectamente que no puedes asistir. Las mujeres lo tenéis terminantemente prohibido.
-Es verdad. Pero no sería la primera vez que una mujer asistiera a un Capítulo.
-Magda, no sigas. No vendrás conmigo y lo sabes.
-Está bien, no insisto. Pero te recuerdo que el nombre de la Orden a la que perteneces es La Perla Negra.
-Sí. ¿Qué quieres decir con ello?
-Es curioso que una orden como ésta, y con el peso que tiene desde tiempo inmemoriable, tenga nombre femenino y al mismo tiempo no se acepten mujeres, ¿no crees?
Magda! No sigas por ahí. Y por segunda vez te digo, no vendrás conmigo.
-Está bien Sr.Guillart, usted gana.

Decididamente Magda había conseguido irritar a su tío Joan, por ése motivo pensó que lo mejor sería dejarle solo y se despidió de él hasta la noche, donde se verían en el comedor para cenar. Aquella noche decidió retirarse pronto a su habitación, necesitaba pensar cómo podría o debería hacer para asistir al Capitulo sin que nadie de los presentes empezando por su tío supieran que ella estaba allí. Si alguien podía darle ésa información, ése era el bueno de Bernat, su fiel confidente y quien nunca tenía un No para ella.
-Sí, eso mismo. Mañana Bernat me dirá como lo tengo que hacer.

Magda conocía perfectamente el lugar donde se reunían, más de una vez había ido sin que nadie se diera cuenta de ello, ni siquiera su querido tío Joan. Pero nunca consiguió entrar, el hermano guardián que siempre había en la puerta, al verla, la habría reconocido y dado la voz de alarma al resto de hermanos presentes.

Al día siguiente, aún no eran las cinco de la mañana y ya estaba Magda entrando por la puerta de la gran cocina del monasterio.
-¡Buenos días Bernat!
-¡Buenos días mi querida niña Magda! ¿Pero qué haces tan temprano levantada? ¡Si aún no ha salido el sol!
-Necesito pedirte un favor.
-Tú dirás, pero hoy no tengo mucho tiempo, sólo faltan dos rosas.
-¿Cómo dices Bernat, dos rosas?
-Sí, mi niña Magda. Siempre que se convoca Capítulo, todos los hermanos asistentes al mismo, reciben tres rosas rojas, una por semana; a la que hace tres y en ése mismo día, deben acudir al lugar acordado. La reunión o como solemos decir nosotros, Capítulo, se inicia a las doce en punto de la medianoche. Anteriormente, a las nueve, los hermanos celebran una cena. Y por ese mismo motivo, en esta fría mañana de enero, no puedo atenderte como acostumbro a hacer; debo preparar todo para que esa noche no falte nada y el protocolo de la misma salga bien.
-¿Quieres decir qué también asistirás al Capitulo?
-Sí, como siempre hago y he hecho desde que estoy en la orden.
-Bernat… Quiero asistir…
-Niña Magda, sabes que no puedes. Eres mujer, y por tanto, no apta para ello.
-Hermano Bernat, sabes que estoy lo suficientemente preparada y a la altura.
-Lo sé, mi querida Magda. Pero como te he dicho antes, eres mujer.
-Bien, ya no insisto más. No te preocupes por mi desayuno, me apetece bajar a Palma. Ya tomaré algo por el centro.
-Espera, de acuerdo; te pondrás el hábito de sirviente y servirás la  cena. Con anterioridad a la llegada de los mismos, colocarás en la mesa el cuenco para la sopa, la copa para el vino y los cubiertos para cada uno de los hermanos asistentes. Muy importante, antes de entrar en el refectorio, deberás ponerte la capucha; no deben reconocerte y mucho menos saber que eres tú. Los hermanos cenan en silencio, mientras escuchan una lectura sagrada. Procura ser lo más sigilosa posible y no cometer ningún fallo que te delate. ¿Entendido?
-Sí. Entendido.
-Bien. Y ahora dame unos minutos y te preparo el desayuno.

Magda estaba feliz, había conseguido lo que quería. Ahora sólo quedaba esperar a que llegara el día. Dos semanas, tan sólo dos semanas. Su día por el centro de Palma, iba transcurriendo plácidamente. Nada más llegar a Plaza España y como solía hacer siempre, se paró a tomar algo en su bar favorito. Al entrar, recordó aquella mañana que vio por primera vez a Fernando y de su viaje a Escocia donde el destino quiso que se volvieran a encontrar. No había podido olvidar aquella noche de hotel, ni lo que sintió mientras estuvo entre sus fuertes brazos. Seguía deseándole, pero era consciente de que lo ocurrido en Escocia, sólo había sido una aventura de dos personas que en aquél momento se deseaban. Ella misma forzó la situación para que fuera así; sólo una aventura.

Después de haber comido, cogió nuevamente su coche y fue hasta el Paseo Marítimo, le apetecía caminar y respirar ese aire a mar que tanto le gustaba y que tan buenos y evocadores recuerdos de niña le traían. Lentamente, y sin prisas, sus pasos le llevaron hasta la lonja de pescadores donde se detuvo y por unos minutos se dejó envolver por aquel aroma.

-Buenas tardes mi querida Magda –le dijo Roger de Blanchefort, quien llevaba un rato observándola.
-¡Hola Roger, buenas tardes! ¿Cómo estás? No sabía que estabas en Palma.
-He venido sólo por unos días a cumplir con un compromiso. Llegué ayer y me marcho mañana.
-¿Una dama? –le dijo Magda, a su buen amigo francés.
-Es posible –contestó Roger, sin dar más explicación.
-Bien, si es así, espero que me la presentes. Quiero conocerla.
-¡Ja, ja, ja! Tranquila, cuando llegue el momento ya te la presentaré. Por cierto, el compromiso que me ha hecho venir hasta esta bella isla, se celebra esta misma noche, ¿qué te parece si me acompañas?
-¿Yo? –le dijo Magda sorprendida.
-Sí, tú. Lo tengo todo previsto, ya me conoces. Tengo reservadas dos habitaciones en el mejor hotel de Pollensa, el mismo donde estoy hospedado desde que llegué.
-Roger, no puedo asistir. Sabes que me gusta vestir bien y ya no tengo tiempo de ir a mirar nada.
-No te preocupes por eso mi querida Magda. Lo tengo todo organizado. Cuando lleguemos al hotel y entres en tu habitación, lo entenderás todo. Sabía y era consciente de que su amigo Roger de Blanchefort era todo un caballero, como ya se lo demostró durante su estancia en su casa de Carcasonne. Aún así, y como acostumbraba a hacer, no bajaría la guardia.

Acababan de llegar al hotel; Roger acompañó a Magda hasta su habitación donde muy cortésmente le abrió la puerta. Nada más entrar, Magda vio sobre la cama una caja grande y al lado, otra más pequeña.
-Ábrela –le dijo él, impaciente por saber si a Magda le gustaría el vestido rojo que había comprado en Paris, especialmente para ella.
-Es realmente precioso –le dijo, nada más verlo.
-Y ahora abre la otra caja. Espero que también te gusten y sean de tu agrado.
-Roger, ¿por qué haces todo esto, a qué se deben estos regalos? –le dijo Magda al ver los zapatos negros de tacón alto, eran perfectos para lucirlos con el vestido rojo.
-Luego hablamos, ahora no preguntes. En el baño tienes todo lo necesario para lucir esta noche más bella que nunca. Te recogeré en una hora.

Puntual como siempre, Roger tocaba a la puerta de la habitación de Magda. Aún le quedaba otra sorpresa por entregar a su princesa. Aunque era consciente de que podía recibir una negativa por respuesta, debía y quería intentarlo. Magda era demasiado para él; tenía todo lo que siempre había buscado en una mujer. Necesitaba saber si ella estaría dispuesta a darle un sí.

Al abrir Magda la puerta, Roger se quedó sin palabras; estaba real y sencillamente espectacular.
-¿Vamos? –dijo ella.
-Sí, vamos.

Al llegar al restaurante, había una orquesta que nada más verla entrar, empezó a tocar La Vie Rose y un camarero la invitaba a que lo acompañara. Magda estaba acostumbrada a las sorpresas, pero ésta las superaba todas. Ya sentados el uno frente al otro, ella le pidió a Roger que le explicara que significaba todo aquello.
-Magda, mi princesa Magda; me gustas desde aquella primera noche que nos vimos en Barcelona, pero no soy hombre de demostrar mis sentimientos. Si he hecho y preparado todo esto, es porque quiero que sepas todo lo importante que eres para mí.
-Roger, agradezco tus palabras. Aunque no era necesario que prepararas todo esto, ya sabes que soy una persona muy sencilla.
-Quería y me apetecía hacerlo; aparte de que te mereces, todo esto y más. Sabes que yo podría dártelo.
-Por favor, no sigas, –le dijo Magda –no soy mujer florero, nunca lo he sido, no lo voy a ser ahora. Roger, mi buen amigo, sabes los proyectos que tengo en mente y también cual es mi meta.
-Lo sé, mi querida Magda, lo sé. Pero necesitaba decírtelo.

En ése momento, sacó del bolsillo de su chaqueta una pequeña caja roja
-Esto es para ti, quiero que lo aceptes.
Al abrir Magda la caja y ver su contenido, se quedó blanca; le dijo a Roger que no podía aceptar semejante regalo, no por su valor económico en sí, si no por lo que representaba. Dicho regalo era una rosa hecha a mano expresamente para ella, en platino y brillantes.
-Lo siento, no puedo aceptarla.
-Quiero que la aceptes.
-Vuelvo a repetir, lo siento, no puedo aceptarla.
-Está bien, mi Señora. No insistiré más. Bueno, ¿qué te parece si olvidamos lo sucedido?
-Por mí, perfecto –le dijo Magda, ya más relajada.
-Ya que vamos a estar en este bello pueblo de Pollensa hasta mañana por la tarde, ¿podríamos hacer el Calvario? Tengo entendido que es como dar un paseo, unos cuantos escalones y ya hemos llegado a la ermita del mismo nombre.

Mientras Magda escuchaba a Roger, no podía evitar sonreír ante sus palabras –si, si, así es, unos pocos escalones y ya estaremos en la ermita. Por si acaso te cansas, te aconsejo que lleves calzado cómodo.
-Está bien, así haré. Entonces, mejor será que nos vayamos a dormir, mañana habrá que levantarse temprano.
-Sí, mejor será. ¿Roger?
-¿Dime?
-Gracias por esta noche de ensueño, cualquier mujer te habría dicho que si con los ojos cerrados.
-No me interesa cualquier mujer –le dijo Roger mirándola fijamente a los ojos y deseando besar sus labios de rojo carmín.
-Roger, hasta mañana.
-Sí, hasta mañana. Buenas noches.

FIESTAS TRADICIONALES BALEARES EN ENERO

Josep María Osma Bosch

Una vez terminadas las fiestas navideñas, en Balears, y durante todo este primer mes del año, sigue el jolgorio. Para no hacer muy extenso este artículo, a continuación veremos algunas de ellas, eso sí, sin menospreciar a las restantes, que por no citarlas, no son menos importantes.

En Algaida, el día 16, se celebra la festividad de San Honorato, patrón del pueblo con una misa solemne y bailes de cossiers, danzas que tienen su origen a principios del siglo XIV. Honorato nació en la Galia donde se convirtió al cristianismo llegando a ser obispo de Lombardía.  El día anterior, casi todas las calles de esta localidad mallorquina se cierran al tráfico rodado y sus habitantes disfrutan de los foguerons (hogueras) y de buenas torradas con embutidos típicos de la isla.

Iglesia Sant Antoniet de Palma
(Foto: Archivo Josep María Osma Bosch)
Al día siguiente, es la festividad de San Antonio Abab, patrón de los animales. En muchas localidades de Mallorca, por no decir todas, ese día el párroco del pueblo bendice los animales en nombre del santo nacido en el año 251 en Coma, en el Alto Egipto y fallecido en el Monte Cobria, en el mismo país, en el año 356. El 13 de septiembre de 1230, el rey Jaume I de Aragón y de Mallorques, donó a Pere de Teça, superior de los frailes antonianos de la Orden de Canónigos Regulares de San Agustín unos inmuebles sitos en la calle de la Sequia de Ciutat, actualmente calle Sant Miquel, con el propósito de construir convento, iglesia, hospital y cementerio para la atención de las personas afectadas por el “mal de fuego sagrado“, “fuego de San Antonio” o ergotismo , llamada así esa enfermedad por el hecho de unas curaciones milagrosas que tuvieron lugar sobre la sepultura del santo en Viennois ( Francia). Dicho mal, muy extendido en la Edad Media, era producido por el consumo de centeno intoxicado por un  hongo parásito cornezuelo que generaba gangrena al paciente. Los frailes se hicieron cargo de este conjunto de edificios, popularmente conocidos por San Antonio de Viena y Sant Antoniet hasta el 22 de abril de 1788, en que mediante una bula del Papa Pío VI y ratificada por el rey español Carlos III, abolió la Orden Antoniana pasando sus bienes en Ciutat a la vecina parroquia de Sant Miquel, siendo hoy en día, tanto la iglesia como su claustro escenario de exposiciones culturales. 

Desde el año 1573, los religiosos antonianos, todos los 17 de enero, aniversario del óbito del santo egipcio, bendecían a los animales, tradición que hoy en día perdura, y rifaban entre la gente de la calle un cerdo de raza mallorquina de su piara conventual; el sorteo, llamado la “rifa del porc”, aunque desapareció la supresión de la Orden, siguió celebrándose hasta bien entrado el siglo XIX. Como se ha dicho anteriormente, la festividad de San Antonio Abad se celebra el 17 de enero en diferentes lugares de nuestra isla con foguerons (hogueras) y las típicas beneïdes (bendecidas) de animales, siendo las más concurridas las de Artà, Manacor, Muro, Palma, Pollença, Sant Joan y Sa Pobla, en esta última, nuestro santo es titular de la parroquia y patrón de la villa, donde es típico comer ese día la espinagada, una pasta hecha con harina, aceite de oliva, levadura y agua, y con  relleno de espinacas, cebolletas, ajos, guisantes anguilas de S´Albufera de la localidad o lomo de cerdo, sal y pimienta.

Els Tres Tocs
(Foto: Archivo Josep María Osma Bosch)
Ese mismo día, Menorca, además de celebrar la festividad de Sant Antoni Abad, también lo hace con su Diada, siendo el acto principal en Ciutadella donde conmemora la entrada en esa ciudad el 17 de enero de 1287 del rey Alfonso III de Aragón y la incorporación de la isla a la Corona aragonesa. Tras haberse celebrado en la catedral una misa solemne en honor a San Antonio Abad, se inicia la Processó dels Tres Tocs, es decir, la Procesión de los Tres Toques, cortejo compuesto por clero, nobleza y una talla de San Antonio Abad, que finaliza en la popular Plaça de Ses Palmeres donde el concejal más joven del consistorio local, a los sones de la Marcha Real, da tres toques con la bandera de la antigua Universitat menorquina sobre una baldosa grabada con una T, o sea, una cruz Tau, símbolo del santo egipcio, rememorando de esta manera al monarca aragonés que tuvo que dar tres golpes para que le abriesen las puertas de muralla de la árabe Madîna Minûrqa; acto seguido, el clero entona un Te Deum y una Salve Regina dándose  por finalizado el acto institucional.

También en Eivissa, la mayor de las Pitiüsas, concretamente en la localidad de Sant Antoni de Portmany, el antiguo Portus Magnum, topónimo del cual deriva el nombre actual, honra al santo nacido en Egipto. A media mañana, tras oficiarse una misa solemne y realizar una pequeña procesión por la calles del pueblo, se procede a la bendición de los animales y seguidamente, estando los vecinos vestidos de moros y cristianos, empiezan los bailes a los sones de las típicos de la isla; es costumbre al finalizar ese día festivo, contemplar la espectacular puesta de sol desde la costa mirando hacia la vecina isla de Sa Conillera, isla que según una tradición, aunque errónea, nació el gran caudillo cartaginés Aníbal Barca.

Faltaban diez años para finalizar la primera mitad del siglo XVI, cuando los Jurados del Reino de Mallorca solicitaron al cabildo catedralicio poder celebrar una fiesta en honor a San Sebastián, petición que fue secundada por el consistorio de Ciutat una década después. Una vez concedido lo expuesto, se le asignó una capilla en la Seo, la segunda de la izquierda encargando tiempo después un retablo, el actual, a Josep Sastre

San Sebastián nació en Narbona ( Galia), siendo militar romano llegando a ser jefe de la primera cohorte de la guardia pretoriana imperial del emperador Dioclesiano; tras convertirse al cristianismo murió martirizado en el año 288 siendo enterrado en una catacumba de la Via Apia de Roma. En el año 1552, el Reino de Mallorca se vio azotado por una epidemia de peste que dejó una gran tasa de mortalidad en su territorio. En agosto del año siguiente, el contagio pestal cesó de súbito atribuyendo este suceso portentoso a la llegada a Ciutat, en una escala técnica, de una reliquia, un hueso de uno de los brazos de San Sebastián que era portada por Manuel Suriavisqui, arcediano de la iglesia de San Juan de Colachi en Rodas, quien la preservaba del ataque otomano a la isla griega. 

El día 3 del mes siguiente, es decir, septiembre, Suriavisqui decidió abandonar nuestra ciudad, pero un creciente por momentos temporal, se lo impidió. Tras varios intentos de salida, entendió que la providencia divina quería que el hueso del santo mártir se quedase en suelo mallorquín. Así lo hizo, y una vez donada la reliquia a la catedral, zarpó sin contratiempos climatológicos. Para conmemorar ese milagro, se fundó una cofradía en honor del santo martirizado, constituida en forma vitalicia por varias personas pertenecientes a todos los estamentos del Reino, estableciendo una renta anual para la festividad y encargados de la recaudación de limosnas, misas, costeó de un retablo del santo y realizar un relicario para venerar la reliquia. 

Martirio de San Sebastían
(Foto: Archivo Josep María Osma Bosch)
Fue en el año 1643, mediante una bula papal y previa petición del Gran i General Consell, San Sebastián fue nombrado patrón de Ciutat de Mallorca. El 18 de septiembre de 1757 se bendijo en la capilla catedralicia del santo y dentro de su retablo, obra de Francisco Herrera, una talla dedicada a él, la cual podemos ver hoy en día, esculpida en Roma y cuyo montante económico fue de 400 libras mallorquinas.  En el 1868, el Papa Pío IX ratifica su patronazgo. En el año 1940, con planos iniciales del arquitecto Gabriel Alomar i Esteve, se le dedica una iglesia de estilo románico-mozárabe en la palmesana Avenida Argentina, destacando en su interior la imagen del Sant Crist del Picapedrers, de finales del siglo XVIII y antaño patrimonio del “Col-legi dels Honorables Picapedrers“, una réplica del cuadro pictórico de San Sebastián, cuyo original, atribuido al pintor holandés Antón Van Dyck (1599-1641) se halla en el vestíbulo de la sala de sesiones del Ajuntament de Palma

Las actuales celebraciones populares en la revetla (vigilia) de la festividad de San Sebastián, el día 19, datan del año 1977 y es donde la ciudadanía puede disfrutar de una noche lúdica con el engullido de los típicos embutidos, repostería y licores típicos mallorquines amenizados en varios puntos de la ciudad por bailes de “bot” y grupos musicales de moda. Como colofón a unos días de fiesta, de exposiciones artísticas, de  competiciones deportivas y entrega de los premios Ciutat de Palma, la celebración de la misa solemne en nuestra catedral y dando por clausurada con ese oficio religioso, por un año más, la fiesta de San Sebastián, la mayor participativa de la capital de este antiguo reino que está en medio del mar. 

“El disset és Sant Antoni i el vint és Sant Sebastià: qui bones obres farà no tindrà por del dimoni”, refrán popular mallorquín, cuya traducción al castellano: “El diecisiete es San Antonio y el veinte San Sebastián; quién buenas obras hará no tendrá miedo al demonio”.