sábado, 22 de febrero de 2014

EL ORIGEN DEL PUIG DE RANDA

Josep María Osma Bosch                                          

Puig de Randa
(Foto: Archivo de Josep María Osma Bosch)
“Sobre el pla de Mallorca el Puig de Randa
  eleva l´alt planell de sa mirada,
  com un enorme, primitiu altar.
  Lluny dels gegants ombrívols de la serra,
  Ell qui les boires i la neu desterra,
  vers l´Àfrica a lo lluny sembla guaitar. “

 Fragmento del poema La mata escrita del Puig de Randa de Mossèn Miquel Costa i LLobera

                         

El Puig de Randa, enclavado en el Pla de Mallorca, y a 5 kilómetros de poniente de la pedanía, llogaret en mallorquín, del mismo nombre perteneciente a Algaida, antigua alquería almohade de al-gayda  (el bosque), también llamada la montaña de los tres monasterios la muntanya santa,  ya que en ella se hallan los cenobios de Sant Honorat, fundado por Fray Arnau Desbrull en 1394, hoy en día lugar donde postulan los futuros Misioneros del Sagrado Corazón; el de Nostra Senyora de Gràcia, que tiene su nacimiento en 1440, donde  un franciscano llamado Antoni Caldés estableció su vida eremitica en una oquedad natural; y en la cima del mismo, a 549 metros de altura sobre el nivel del mar, el de Nostra Senyora de Cura, lugar que en el año 1275, Ramon Llull (1232-1315), quien, después de abandonar una vida frívola, se retiro dentro de una cueva de sus cercanías, en la que durante suda contemplativa  tuvo sus visiones místicas, y cerca de la cual  se halla el lentisco, traducido al mallorquín mata, nombre científico es Pistacia lentiscus en cuyas hojas, nuestro paisano más universal escribió en signos arábigos el nombre de Dios;  una representación de esa planta,  que se conoce como mata escrita, se halla en piedra en el tímpano de la fachada del Col-legi de Nostra Senyora de la Sapiència en la palmesana plaza de Sant Jeroni, centro educativo eclesiástico fundado en 1629 por el canónigo Bartomeu Llull (1565-1634), para acoger a una docena de jóvenes de clase humilde preparándoles para el sacerdocio; a los pies de la montaña hay otro santuario: Nostra Senyora de  la Pau, que antes fue la parroquia, una de la primeras constituidas después de la invasión feudal catalano-aragonesa de 1229, de Sant Pere de Catellitx, en árabe Qastil bi. al-´ugûn, castillo entre la fuente, documentado en el Llibre del Repartiment o Llibre del Rei como Castubeyon, libro manuscrito en el cual se refleja el reparto de la isla a los magnates feudales que participaron en su conquista de la misma junto al monarca aragonés; curiosamente, al lado de Cura se observan unos muros pétreos que quizás hubieran pertenecido a una construcción defensiva.  En cuanto a Randa, es grafía derivada de la también  palabra árabe ar-Randa, es decir, el laurel.

Según cuenta una leyenda, hace muchos de cientos de años, cuando no existía el Puig de Randa, siendo toda esa zona de Mallorca un  gran llano sin ninguna altitud rocosa, vivía en las marinas de Alger un gigante, de los muchos que en esas épocas pululaban por este mundo terrenal. Este enorme ser, parece ser de carácter bonachón, había escuchado de boca de marinos, pescadores comerciantes, piratas que solían, y más de los esclavos cristianos que se vendían en el puerto argelino, que más allá del mar existía una isla, cuya belleza no tenía par. De tanto oír las hermosuras de esa isla, se le metió en su cabeza la idea de visitarla, pero, al ser tan grande, su cuerpo, ningún navío quería darle pasaje.


Cueva de Ramón Llull
(Foto: Archivo de Josep María Osma Bosch)
Después de mucho tiempo, al ver que nuestro gigante se hallaba en un estado de total desolación por no poder realizar esa, tan deseada por él, travesía, dos capitanes de barco pensaron que la única forma de que él pudiera navegar a bordo, era ir derecho y con un pie en cada barca. La propuesta fue aceptada por el hombrón, empezó lo preparativos para el viaje. Dicho y hecho, llegó el día del embarque y tras ponerse como le habían dicho los marinos, con un gran cesto, sobre sus sienes, lleno de tierra de su país, con una bolsa de semillas de plantas aromáticas, y un gran bastón, ya que era cojo, empezó la singladura hacía esa isla maravillosa que los nautas llamaban Mayûrqa. 

El viento apto para la navegación favorecía la expedición, pero al cruzar por el archipiélago de Cabrera, se desató una fuerte tempestad que obligó a cada barco tomar una diferente al otro; ello hizo que el ansioso gigantón perdiese el equilibrio, y al notar una caída inminente, se “descalzó” de una de las embarcaciones produciendo con la pisada un gran y profundo pozo, existente en nuestros días, en Cala Pi, de Llucmajor; por su parte, el cesto con la tierra se vertió formando el Puig de Randa, y  las gotas de su sudor, hicieron brotar la Font de la Vila, es decir, la ´aún –al-amîr, es decir, la fuente del emir, en los terrenos de Son Reus, acuífero que suministraba a la Madîna Mayûrqa.

De este macizo, que tiene forma de herradura, y de gran riqueza forestal, además del Puig de Randa, lo forman los de Son Reus, de 501 metros, Galdent, de 420 m. d´en Bord, de 334m., Son Veny, de 317 m. y el de Son Claret de 337 m., otra creencia popular, y recogida por En Jordi d´es Recó, seudónimo de Mossèn Antoni Maria Alcover Sureda (1862-1932 )  en su Aplec de rondaies mallorquines, dice, además de la asombrosa historia que acabamos de tener conocimiento, que las  entrañas de esa montaña están vacías y que por ellas corren enormes caudales de agua; que dos pares de columnas de oro le dan soporte, de las cuales, hoy en día, tres están rotas, y la que queda se halla en estado muy quebrantado, y al terminar de romperse ésta, se hundirá toda la isla en el fondo de los mares.  

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