Josep María Osma Bosch
Desde hace unos meses, entre las
tantas polémicas de diversa índole surgidas en nuestra ciudad, destaca la
dedicada al monumento del crucero “Baleares”, en honor de las víctimas de ese navío de la Armada
Nacional hundido en acción bélica naval durante la Guerra Civil de 1936-1939.
El mencionado monumento fue levantado en el
glacis de sa Faixina, realizado por el
escultor Josep Ortells con planos de los arquitectos Francisco Roca Simó y
Antonio Roca Cabanelles, sufragado por suscripción popular e inaugurado por el entonces Jefe del Estado Español,
el General Francisco Franco Bahamonde en
el año 1948, monumento que recientemente
fue motivo de polémica y que ha sido modificado en varias de sus partes como la
leyenda que figuraba en el mismo.
Crucero "Baleares" (Foto: Archivo Josep María Osma Bosch) |
Sin intención de entrar en la disputa de la
desaparición o no de ese monumento, patrimonio histórico de Palma, limitémonos
simplemente a conocer cómo se produjo el hundimiento de ese coloso del mar, uno
de los más modernos buques de guerra de la época y que fue bautizado con el
nombre de nuestro Archipiélago.
Construido en los astilleros
navales del Ferrol con planos del ingeniero inglés Philip Wats, el “Baleares”
fue botado a finales de 1932, desplazando 10.000 toneladas, lo máximo permitido
por el Tratado de Washington, una eslora de 193, 90 m. una manga de 19, 52 m.
Gracias a su planta motriz de 90.000 hp. podía alcanzar una velocidad de 33
nudos. Su artillado era de ocho cañones
de 203/50 mm. Sobre cuatro torres, ocho cañones de 120/45 mm, otros tantos de
40/39 mm y una docena de tubos torpederos de 553 mm. En cuanto a su dotación
humana, la componían 50 oficiales, 95 clases y 1.000 marineros.
Desde el inicio de la Guerra
Civil, fue destinado a la vigilancia
marítima por el Mediterráneo interceptando navíos dedicados al contrabando y al
transporte de material bélico para la zona republicana; también participó en la
toma de Málaga.
A las 15:00 horas del 5 de marzo
de 1938, el “Baleares”, al mando del Contralmirante Manuel de Vierna y Belando,
junto al “Canarias”, y al “Almirante
Cervera”, encuadrados en la División Nacional de Cruceros, levantaron anclas
del puerto de Palma en misión de escolta a una flota de mercantes. A las 00:45
horas, a unas 60 millas del Cabo de Palos, hicieron acto de presencia varios
buques de guerra de la República, entre ellos los cruceros “Méndez Núñez” y
“Libertad”, junto a cinco destructores y una flotilla de torpederos, unidades
navales bajo las órdenes del Capitán de Navío Luis González Urbieta; destino:
bombardear la ciudad de Palma.
Flechas Navales (Foto: Archivo Josep María Osma Bosch) |
Tras un fuego cruzado entre ambas
flotas, el “Baleares” recibió un impacto de torpedo en la sala de calderas, y
por simpatía, hizo estallar su santabárbara, hundiéndose dos horas más tarde.
Ya había amanecido, cuando los destructores británicos “Kempenfelt” y “Boreas”,
mientras la aviación republicana, con aviones rusos Tupolev SR-2 y “Katiuska”,
seguía ametrallando, recogían a 435 supervivientes. Quedaban muertos y
desaparecidos en el fondo del mar: el propio Contralmirante Vierna, un capitán
de navío, 17 oficiales, 10 maquinistas, 27 clases, 657 marineros, 75 soldados
de infantería de marina, un capellán y nueve flechas navales, adolescentes de
unos quince años de edad.
Trágico fin para un coloso de
acero de los mares y de hombres, que como los de la otra zona en conflicto, una
guerra entre hermanos, en la que dieron su vida por su patria y por sus
ideales.
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