miércoles, 19 de noviembre de 2014

WEYLER, EL GENERAL DE HIERRO

Joana Joy

Valeriano Weyler y Nicolau, nació en Palma de Mallorca el 17 de septiembre de 1838. Fue un político y militar español, Marqués de Tenerife, Duque de Rubí con Grandeza de España. Hijo Predilecto de Palma de Mallorca e Hijo Ilustre de las Islas Baleares.

De origen prusiano por línea paterna, su bisabuelo llegó a nuestro país como soldado de las Reales Guardias Valonas del Archiduque de Austria. El cual, fue herido en un combate pasando al Cuerpo de Inválidos, al fallecer tenía el grado de Teniente. Su abuelo, Don José Weyler Wirtz, ya nació en España, y también se encuadró en las Guardias Valonas, desde las cuales tomó parte en la campaña del Rossellón, en la Colonia de Surinam y en la Guerra de la Independencia; llegando a tener el grado de Coronel. Su abuela, Doña María Lavigna, era de origen piamontés. Su padre, Don Fernando Weyler Laviña, nacido en Madrid el 10 de octubre de 1808, en plena Guerra de la Independencia. Fue un eminente médico militar, doctor en cirugía, académico, botánico, y notable escritor, alcanzando éste, el grado de General del Cuerpo de Sanidad Militar

Su carrera castrense la inició en Palma de Mallorca. Estando también presente y a petición propia en Filipinas, regresando a España por enfermedad; participó en múltiples operaciones militares durante la Guerra Carlista entre los años 1838 y 1840, siendo merecedor de diferentes condecoraciones por su destacado comportamiento. En 1859 fue nombrado jefe de Sanidad del Cuerpo de Observación sobre las costas de África, pasando a Ceuta y participando en la batalla de Wad-Ras.. Falleció en Palma, el 7 de mayo de 1879, reposando sus restos en la tumba familiar, ubicada en la parte vieja del cementerio de esta ciudad, junto a los de su mujer y madre de nuestro Valeriano, Doña María Francisca Nicolau Bordoy, la cual nació en Palma el 29 de diciembre de 1808 y falleció en esta misma ciudad, el 17 de diciembre de 1890.

Desde niño, Valeriano Weyler, -quien tan sólo medía 1.52 cms de estatura, y qué por tal motivo su abuela paterna, Doña María quería que fuera cura, y no militar- siempre tuvo interés por todo lo relacionado con la vida militar. Por ese motivo, a finales de noviembre de 1852, recién cumplidos los catorce años ingresa en la Academia de Infantería de Toledo, donde cursó estudios castrenses obteniendo a los veinte años el grado de teniente. Y fue en Madrid, en el año 1856 donde tuvo su primer destino, éste fue en el Regimiento de Infantería de la Reina nº 2, conocido por la intensidad y dureza en sus programas de instrucción.

En julio de 1857 es nombrado alumno de la Escuela Especial del Cuerpo de Estado Mayor; donde da buena prueba de su capacidad de superación, pues empieza con el último número de ingreso y en septiembre de 1860, cuando recibe el nombramiento de Teniente del Estado Mayor, es el número 1 de la Promoción. Haciendo las prácticas correspondientes en Mallorca, Madrid, Sevilla y Toledo. Acabadas éstas en septiembre de 1862, y con tan sólo veinticuatro años de edad, sale con el grado de Capitán, siendo destinado en el mes de enero del año siguiente a la Capitanía General de Baleares. Durando tan sólo dos meses su estancia en nuestra isla, ya que se producen dos vacantes de Comandante del Estado Mayor en Ultramar, solicitando una de ellas, la cual, en marzo de ese mismo año le conceden. Nada más poner pie en tierra en La Habana, juega a la lotería y le tocan diez mil duros ¡de aquellos tiempos!; y encarga a su padre que le compre una casa en Palma; la casa está situada en el número 5 de la calle de La Paz.

CAMPAÑA DE SANTO DOMINGO
En abril de 1860, el general y presidente dominicano, Pedro Santa Ana, escribía a Isabel II, razonando la conveniencia de volver por propia voluntad de los dominicanos, y sin presión de nadie, a someterse a la soberanía española… Aquél error de la anexión se pagó con una porción de millones, y lo que fue más triste y sensible, con la sangre de los soldados españoles… El 19 de mayo de 1861 aparecía en la Gaceta el decreto que unía el territorio de la República de Santo Domingo a la monarquía española.

Weyler es condecorado con la Cruz de San Fernando de primera clase, por su actuación en la acción del río Jaina, donde al mando de un ejército bien armado de 1.500 hombres, defendió con éxito la posición durante tres días contra quinientos patriotas dominicanos, retirándose finalmente sin abandonar muertos, heridos ni material. (En el año 1920 se modificó el reglamento de la concesión de esta condecoración en dos categorías, la de la Gran Cruz para los empleos de General, y la laureada para el resto de empleos en la escala militar).

BREVE ESTANCIA EN PUERTO RICO
Es en el año 1866 cuando se le encarga que vaya a Puerto Rico para inspeccionar la Administración Militar de aquella isla. Investiga y encuentra tantas anomalías que expedienta a muchos de los que allí se encontraban. Se centra en poner orden para que las liquidaciones sean transparentes y lo consigue. Regresa a Cuba en julio de 1867.

GUERRA DE LOS DIEZ AÑOS
Dentro de la Guerra de los Diez Años, concretamente el 4 de diciembre de 1872 es ascendido a Brigadier y destinado al mando de la 1ª Brigada de la 6ª División del Departamento de Oriente; con esta Brigada derrotó en los potreros de Jimaguey, al cabecilla rebelde cubano Ignacio Agramonte, cayendo muerto éste, de un disparo en la sien el 11 de mayo de 1873.

GUERRA CARLISTA
El 10 de agosto de 1873 llega a España Weyler y es destinado a mandar una brigada en el ejército del Centro. El 29 de septiembre del mismo año moría el rey Fernando VII dejando en su reino el germen de una terrible lucha…

Pocos días después, el 2 de octubre un oscuro administrador de Correos de Talavera de la Reina, de nombre, Manuel María González, hijo de labradores, nacido en la villa del Toboso y que había sido perseguido y procesado por masón y progresista, viéndose libre de estos dos procesos cambió de rumbo y se transformó en voluntario realista, impulsado por el entonces gobernador militar de Toledo Rafael Maroto, se lanzó el primero a la rebelión y proclamó al frente de una partida en la Plaza Mayor de la villa talaverana por pregonero público al Infante Don Carlos como legítimo rey de España. Así empezó la guerra civil… El pobre aventurero, al que los pueblos cercanos no secundaron, huyó campo a través, siendo perseguido y acorralado en Villanueva de la Serena, fue hecho prisionero y conducido a Talavera de la Reina, donde fue condenado y fusilado con dos de sus hijos.

El 2 de marzo de 1875 se casa con Teresa Santacana y Bargalló, nacida ésta en San Quintín de Mediona, comarca del Alto Penedés (Barcelona); la cual era dieciocho años más joven que él y con la que tuvo seis hijos. El primero de ellos fue una niña, que nació el 21 de diciembre de 1875, poco más de nueve meses después de haber contraído matrimonio. Teresa muere el 2 de mayo de 1920 en Madrid a la edad de 64 años.

CAPITAN GENERAL DE CANARIAS
De 1878 a 1883 ejerce como Capitán General de Canarias. En este periodo impulsó la construcción del edificio de la Capitanía General en Tenerife y la construcción del Gobierno Militar de Las Palmas.

En 1878, a la edad de 40 años es nombrado Teniente General por sus servicios a la corona durante la última de las Guerras Carlistas. Detentó las capitanías generales de Canarias, Cataluña, Vascongadas y Baleares. En 1883 obtiene el nombramiento de Capitán General de Filipinas, permaneciendo en el cargo hasta 1891.

GOBERNADOR GENERAL DE FILIPINAS
Nombrado por Real Orden de 15 de marzo de 1888, acude a un territorio extenso y de difíciles comunicaciones, con régimen de monopolio. Hasta la década de 1830, la única comunicación era el galeón de Manila.

CAPITÁN GENERAL DE CUBA
Fracasada la política de reconciliación de Martinez-Campos; Weyler es nombrado Capitán General de Cuba en febrero de 1896 por Cánovas del Castillo

Al comprobar Weyler qué el éxito de los rebeldes dependía del apoyo que estaban recibiendo tanto de los pueblos próximos como de los filibusteros norteamericanos que desembarcaban armas, organiza la reconcentración de la población civil la cual consistía en aglomerar a los campesinos en poblados cercados, con el fin de aislar a los insurrectos de su medio natural evitando así, que pudieran recibir ayudas. Era muy eficaz, pero la complejidad para suministrar alimentos y la falta de sanidad provocó una gran mortandad, tanto en los soldados españoles como en la población civil, volviéndola impopular.

Como buen estratega, Weyler reorganizó su ejército y completó su esquema con la organización de fuerzas regulares, así como el refuerzo de las trochas; “Las cuales eran fuertes o torres construidos de kilómetro en kilómetro, habiendo entre cada dos torres un pequeño blocao, cerrado con parapeto.” Tres fueron las construidas con el fin de limitar la actividad de los rebeldes cubanos en el occidente de la isla. Una de ellas se encontraba al oeste de la capital, la trocha de Mariel, aislando la provincia de Pinar del Rio, donde operaba el ejército mambí a las órdenes de su líder Antonio Maceo. Otra, de mayores dimensiones, dividía la isla en dos mitades desde las localidades de Júcaro en el sur a Morón en el norte. Una tercera, la trocha de Bagá, se construiría al este de ésta última aunque nunca llegaría a concluirse.

“El Carro de la Lechuza Josefina Ortega”, era el nombre con que muchos llamaban a la carreta que a diario recogía los cadáveres de los cientos de reconcentrados en la zona occidental de Cuba, por donde comenzó la política implacable del Capitán General Weyler, quien tuvo entre sus geniales acciones la de adelantarse casi medio siglo –el 21 de octubre de 1896 y sólo siete meses después de llegar a Cuba- a una de las peores prácticas del nazismo.

Día 8 de agosto de 1897, el Presidente Cánovas del Castillo es asesinado. Las consecuencias serán irreparables y funestas para el devenir español en Cuba; subida de los liberales al Poder, relevo de Weyler y su regreso a la Península, la pérdida de Cuba se veía inminente. La muerte de Cánovas y el ansia de poder de Sagasta hacen que los Estados Unidos ofrezcan no seguir protegiendo más a los insurrectos a cambio de la sustitución de Weyler

Su cese por parte del gobierno español el 9 de octubre de 1897 dio paso en abril de 1898 a la intervención americana y a la ocupación de Cuba. Paradójicamente, fueron los propios norteamericanos los que más tarde aplicarían sin contemplaciones sus métodos de lucha contra guerrillera.

ANÉCDOTA
Durante la campaña sobre Pinar del Río, se presentó de pronto el general Weyler con su escolta en el lugar donde acampaba la brigada Segura. Fue recibido con todos los honores que se debían a su altísima autoridad y el general se dispuso a pasar la noche en la tienda de campaña que le habilitó su escolta. Las condiciones de clima y sanidad exigían que el soldado durmiera a cubierto, y para que los soldados cumplieran lo ordenado se disponía una ronda que de hora en hora recorría el campamento, con el fin de que los soldados no durmieran fuera de las tiendas. Recorría el rondín –un cabo y dos soldados- el campamento, cuando en un ribazo encontró un soldado que, envuelto en su manta, dormía a pierna suelta fuera de las tiendas.

Detúvose el cabo ante el durmiente y con el farolillo cerca del suelo empezó a apostrofarle con gestos y voces, acompañados de algún que otro puntapié sobre las posaderas.

-“¿No sabes que está terminantemente prohibido dormir al raso…? ¡Levántate enseguida, si no quieres que dé inmediatamente el parte…!”
Incorporóse el soldado y al descubrirse al cabo, éste reconoció al propio general en jefe en aquel contraventor de lo dispuesto.
La escena debió ser altamente cómica; Weyler sentado, y el cabo vacilante, como el que se ha caído “con todo el equipo”.
-“Vuecencia me perdone… Señor, yo no sabía…”
El general le contestó sin vacilar.
-“Soy yo el que ha faltado y tú el que has cumplido con tu deber. Cuando dejes el rondín preséntate mañana a mi ayudante, que te entregará un centén que yo te regalo por tu comportamiento y para que lo gastes como te plazca.” Y con la manta al brazo, Weyler se metió dentro de su tienda de campaña.

ANÉCDOTA:
Tras la muerte de Antonio Maceo el 7 de diciembre de 1896, su silla fue a parar a manos de nuestro valeroso general quien se la trajo de Cuba como botín de guerra. A su muerte, su hija la cedió en calidad de depósito junto con otras pertenencias de su padre a este Museo Militar de San Carlos, donde durante mucho tiempo estuvo olvidada en sus almacenes, víctima de termitas. La silla comenzó a ser objeto de polémica a partir de la visita a Mallorca en el año 2001 del historiador de la Habana, Eusebio Leal; quien al ser informado de su existencia y de su estado, se interesó por su posible devolución. Fue en ese momento y gracias a la intervención del hoy general Rafael Durán; que a la sazón, ostentaba el cargo de coronel, se restauró y pasó a ser expuesta conjuntamente con otros elementos alusivos a las guerras de Cuba y Filipinas. Por aquél entonces, un intermediario propuso a este museo ofrecer a los herederos de Weyler otros objetos de interés para la historia de Baleares; los objetos en cuestión eran cañones construidos en Baleares y que se enrolaron en el ejército Libertador. Pero según cuentan esas mismas fuentes, Eusebio Leal no quiso ni hablar de semejante trueque, el cual consideró un chantaje, y hasta ahí llegaron las negociaciones. Actualmente la silla sigue en este museo, donde se puede ver en la sala 3A, la cual está dedicada al General Weyler.

CARGOS POSTERIORES
En 1909, siendo Capitán General de Cataluña, reprimió con dureza las protestas y altercados durante la Semana Trágica de Barcelona.

Ministro de Guerra en tres ocasiones, simultaneado en una de ellas con el Ministerio de Marina. Fue Senador vitalicio por designación real. Se opuso a la dictadura de Primo de Rivera, interviniendo en la Sanjuanada contra el Dictador, que lo detuvo pero no se atrevió a encarcelarlo. En 1930 ya cercana la hora de su muerte, acaecida ésta en su domicilio madrileño a las tres de la tarde, el 20 de octubre del mismo año, seguía presionando al rey Alfonso XIII para que destituyese a Primo de Rivera. Dos días después de su fallecimiento y mediante una Real Orden firmada por el rey Alfonso XIII, fue dado de baja del Ejército, al que perteneció a lo largo de 78 años.

De Weyler se ha escrito el merecido juicio histórico. El escritor, y conferenciante, además de militar, Juan de Arencibia lo describió así: “Astuto, inteligente, culto, incansable, y sin piedad en el combate. Un eficiente profesional de la guerra en una España caótica; un general de la Roma republicana en un país de generales golpistas. Un estratega en un ejército huérfano de ellos que descubrió los principios contra guerrilleros que se aplicarían en todo el mundo durante el siglo siguiente. Indiscutible protagonista, en suma, de la historia militar española durante más de medio siglo”.


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