Josep María Osma Bosch
Santa Práxedes, joven romana que murió
martirizada en el siglo II en Roma por recoger la sangre de otros mártires,
santa que guarda relación con la capital balear, ya que sus huesos se veneran
en la capilla de Santa Ana del palacio de la Almudaina, como también la
localidad de Petra, en el Pla de Mallorca, de donde es patrona. Veamos cómo
llegaron esas reliquias a la isla y un milagro que protagonizaron y un poco de
la biografía de uno de los actores principales de esta historia, y del cual, el
pasado sábado, día 25, se celebró el 665 aniversario de su heroica muerte en el
campo de batalla.
En el año 1341, en plena Guerra
de los Cien Años, el rey Eduardo I de
Escocia (1282-1364) y el de Francia, Felipe VI (1293-1350), se retaron a un
torneo a lanzas. El francés, viendo que por su avanzada edad no podía afrontar
el duelo, solicitó ayuda a su sobrino y rey de Mallorca Jaume III. El
mallorquín, reconocido hombre valeroso y de honor, acepto el batirse con el de
Escocia; lo hizo con bravura y lo
derrotó. En acción de gratitud, el monarca galo le ofreció el vasallaje de
cualquier ciudad o pueblo de su país, a excepción de París y Toulouse. Jaume no
aceptó este ofrecimiento, en cambio pidió a su regio tío los huesos de una
santa que tenía celebridad de milagrosa, los de Práxedes, alegando que en su
reino no había reliquias de ese tipo y Francia tenía muchas.
Reliquias de Santa Práxedes (Foto: Archivo Josep María Osma Bosch) |
Con mucha pena,
Felipe VI, tras consultar con su clero, hizo entrega al rey de Mallorca
aquellos santos restos óseos. Una vez llegado Jaume III a Porto Pi con su sagrado obsequio, los
gremios artesanales le solicitaron que declarase a Santa Práxedes patrona de uno de ellos; ante ese
dilema surgido, el soberano propuso que la Santa sería patrona del gremio que
más ornase el trayecto desde el puerto hasta el palacio real de la Aludida; el
ganador fue el gremio de los paraires, pelaires en castellano, gremio dedicado
a la rama textil y que en un futuro trataremos en este Blog.
El 30 de abril de 1428, Antoni
Ponç, a la sazón vicario de la capilla de Santa Ana, como era habitual en él,
vertió en un recipiente agua de la cisterna del palacio de la Almudaina,
elemento liquido traído por sus acólitos Joan Brancha y Bernat Soldevila, en un
hueso de Santa Práxedes a modo de infusión. Esta infusión se la tenía por
milagrosa de curar males relacionados con los huesos. Los tres hombres se quedaron atónitos al ver que del
fragmento óseo de la santa romana emanaba sangre. Ni que decir tiene, que el
suceso corrió por la ciudad como la pólvora y que se tomó por un portento celestial,
y del cual dieron fe de veracidad varios médicos levantando acta el notario
Francesc Mir.
El rey Jaume III de Mallorca,
conde del Rosselló y de la Cerdanya, y señor de Montpellier, nació el 5 de
abril de 1315 en Catania (Sicilia), siendo hijo del infante Ferran (1278-1316
), hijo del rey Jaume II de Mallorca (1243-1311), y de Isabel de Sabrán
(1297-1315), fallecida treinta y dos días después del parto. El infante Ferran,
al tener que regresar a la guerra, donde hallaría al año siguiente la muerte en
la Batalla de la Manolada, en el Peloponeso griego, lo entregó a su amigo y
compañero el cronista Ramon Muntaner (1265-1336) para que a su vez lo entregará
a la reina viuda de Mallorca Esclaramonda de Foix (1255-1315), residente en
Perpinyà.
(Foto: Archivo Josep María Osma Bosch) |
Al morir el rey Sanxo I de
Mallorca (1272-1324), al no dejar heredero directo al trono, en vida había
nombrado sucesor al pequeño Jaume; pero, su pariente, Jaume II de Aragón
(1267-1327) reivindica sus derechos dinásticos. Por minoría de edad, Jaume, ya
rey de Mallorca, asume la regencia del reino el infante y fraile franciscano
Felip (1278-1316), hermano del fallecido rey Sanxo. En 1325, el monarca
aragonés, conocido como El Just, ordena a su hijo Alfons (1299-1336), futuro
IV, la invasión del Rosselló y de Cerdanya, territorios continentales
mallorquines; pero, mediante el papa Juan XXII (1249-1334), una vez ocupados
los devuelve renunciado a la corona mallorquina y al mismo momento se acuerda
un contrato matrimonial del joven soberano mallorquín con Constança (1318-1346),
de diez años de edad, nieta del rey de Aragón e hija de Alfons; por esta unión
matrimonial, nuestro Jaume rendirá vasallaje anual al ya rey Alfons IV,
conocido como El Benigne. En 1326, Jaume III crea el Consolat de Mar y doce
años después dicta las Leges Palatinae, conjunto de leyes que regulaban el
protocolo y oficios en la corte.
En el 1344, reinaba en Aragón
Pere IV El Ceremoniós, quien se proclamó rey de Mallorca invadiendo el
territorio insular, hecho que hizo exiliarse a Jaume III junto a su familia y
corte en Montpellier. Cinco años más tarde, con la dote de su segunda esposa,
Violant de Vilaragut (1320-1372), con la que tuvo una hija, Esclaramonda
(1348-1349) recluta un ejército y prepara la reconquista de su reino usurpado.
El domingo, 25 de octubre de 1349, tras dos semanas de haber desembarcado en
las costas de Pollença y avanzado por varias localidades del interior de la
isla sin hallar apoyo popular a su paso y con alguna toma de contacto con las
tropas aragonesas mandadas por Gilbert de Centelles i Castellet (---1368), el
grueso de las fuerzas beligerantes entablaron una batalla en la planicie de
Galdent, a poca distancia de Llucmajor. A medio día, el monarca mallorquín,
después de ver morir asestado a su Porta estandarte y a la vez hermanastro el
infante Pagà (---1349), sentirse orgulloso de su hijo Jaume (1336-1375), su
heredero, de once años de edad, herido y luchando espada en mano contras el
enemigo de su tío Pere IV, es derribado de su caballo y al caer a tierra uno le cortó la cabeza de un tajo, curiosamente,
treinta y tres años antes su padre, el infante Ferran sufrió la misma muerte.
Jaume III de Mallorca. Oleo depositado en el Ajuntament de Palma de Mallorca. (Foto: Archivo Josep María Osma Bosch) |
Inicialmente, los cuerpos sin
vida de Jaume III y el del infante Pagà fueron enterrados en la iglesia
parroquial de Llucmajor, y doce meses después, el del infante fue sepultado en
la catedral de Mallorca, mientras el del rey Jaume fue sepultado en la catedral
de Valencia, donde permaneció hasta el 18 de marzo de 1905, que por disposición
directa del rey Alfonso XIII (1886-1941), sus restos mortales fueron traslados
con honores de Jefe de Estado a bordo de la fragata de guerra Yañez Pinzón
hasta la capilla de la Trinitat de la catedral de Mallorca donde reposan junto
a su abuelo paterno, el también rey mallorquín Jaume II, de esta manera se
cumplía su última voluntad firmada por el mismo el 7 de agosto de 1349, dos
meses antes de perder su vida en el postrer intento de recuperar su reino
usurpado.
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