Josep María Osma Bosch
Corría el verano del año 123 a.C., cuando el Senado de
la República de Roma ordenó al cónsul Quintus Caecilius Metellus realizar una
invasión a las islas Gymnesiai también llamadas Baliarides (Mallorca, Menorca y
Cabrera), de la cultura talayótica, con el pretexto que esas islas, según el
cronista romano Floro:“Baliarides per tempus insulae piratica rabie maria
corruperant”, es decir, que la Baleares eran amparo de piratas que abordaban
las naves romanas que efectuaban su ruta comercial por esa zona del Mare
Nostrum. Hay que decir, que dicha empresa bélica no afectó al resto de las
islas del archipiélago, es decir, a las Pityousay (Eivissa y Formentera), de la
cultura púnica, fundadas por Cartago en el año 654 aC, con su capital Eubusus,
tenían un acuerdo con Roma tanto comercial, cultural y de no agresión, lustros
después, como bien sabemos, se
ensartarían en varias guerras.
El lugar de desembarco en
Mallorca es inseguro, pero, debido a los restos arqueológicos hallados en
S´Illot, Sa Vall, Colonia de Sant Jordi, Santanyí y Ses Salines, hacen pensar
que pudiera haber sido en uno de esos términos, incluso que allí se fundó la
Urbs Palmensis. Metellus halló gran resistencia indígena con los feroces y
diestros honderos, antaño al servicio de Cartago y futuros milicianos de Julio
Cesar en las Galias, el mismo Floro los catalogó como ”homnies fero ataque
silvestres”, aunque después de haberse consolidado la conquista, tanto
invasores como invadidos, estuvieron en buena armonía e integrándose
mutuamente, tal como lo demuestran los hallazgos en algunos yacimientos
arqueológicos.
Dos años más tarde, una vez
consolidada la ocupación, Metellus, tras recibir el título de “Balearicus”,
hacer venir de Hispania a 3.000 colonos, la mayoría veteranos legionarios ya
retirados del servicio activo y funda las poblaciones en Maiorica (Mallorca) de
Pollentia, Palma, Bochorum, Tuccis y Gunnis, no sabiendo la localización de las
dos últimas citadas. Las Balearides pasan a depender de la provincia romana de
la Hispania Citerior Tarraconensis. Entre los años 16 y 13 aC, el emperador
Augusto creó los conventus civium romanorum, unos distritos jurídicos, cuya
legislación se basaba en Ius Latii, el Derecho Latino dentro de cada provincia
en Hispania; las Baliarides dependerían del convento situado en Carthago Nova.
En el año 212 dC, el emperador Lucius Septimius Bassianus, conocido con el
sobrenombre de Caracalla, en uno de los puntos de su Constitutio Antoniniana otorgaba la
ciudadanía romana a todos los hombres libres de las ciudades de su imperio,
incluyendo las Balearides. Bajo el imperio de Dioclesiano, entre los años
284-305 dC, las Balearides formaron parte de la provincia Carthaginensis; en el
380 dC, el emperador Teodosio crea la Provincia Insulae Balearides.
Sobre la impronta romana de la
parte rural mallorquina y la de la isla de Menorca las trataré en futuros
artículos, centrándome el presente en la capital balear.
Arc de la Almudaina (Palma) Foto: Archivo Josep María Osma Bosch) |
Palma, que es sinónimo de
victoria, se fundó sobre un pequeño núcleo talayótico. Dos fueron los recintos
amurallados que dispuso. El primero se inició como una torre de vigilancia en
el actual alcázar de la Almudaina siguiendo desde la Plaza de la Reina hasta la
del Roser; su núcleo de población la formaban militares, campesinos y gente de
mar. El segundo, años más tarde, con la demografía anterior, más el añadido al
norte con la calle Palau Reial, Conqueridor, Cort, Santa Eulalia, al este por
las calles Morei, Portella, Sant Pere Nolasc ,Palau Episcopal hasta la muralla
marítima. Estaba trazada octogonalmente, con una zona principal que la cruzaba llamada cardus,
esa zona ,la principal de la urbe, se podría situar a la altura del Estudi
General Lul-lià, en la calle Sant Roc, siguiendo por la calles Estudi General y
Palau Reial, Cort y Santa Eulàlia y que enlazaría a extramuros por una puerta de muralla en lo que
actualmente son la plaza de Cort hasta
la plaza Major, calle de Sindicat, donde se empezaría la vía que conducía a
Pollentia; por otra parte, el decumanum,
que la seccionaba en cuatro partes, serían hoy en día la zona del barrio de Sa
Calatrava, Catedral, Costa de la Seo y
el camino que iba hacía Porto Pi. Los habitantes de esos primeros tiempos
romanos de Palma, unos 2.500, eran de varias clases sociales: ciudadanos
libres, propietarios, comerciantes, marinos, militares, libertos, rurales y
esclavos.
El municipium estaba regido por
el derecho romano y por el ordo
decurionum, cuyos miembros estaban bajo la supervisión del Praefectis Insularum
Balearium; la parte religiosa, el culto
al emperador y los dioses estaba a cargo de los flamines, sobre esos
dignatarios religiosos conocemos el nombre de dos gracias a unas lápidas
sepulcrales halladas en el año 1940 en PortoPi: Caius Aburus Montanus Julius Gratus y Lucius Montanos, procedentes de la tribu Velina, predominante
en la isla; otras tribus que tuvieron importante presencia fueron las de
Galeria y Quinina.
El cristianismo hizo su aparición
poco antes del siglo V, siendo uno de los lugares donde practicaban sus
rituales religiosos la cueva de San Martí, en Alcúdia. El primer prelado que se
tiene conocimiento es la de un obispo llamado Helías; ejemplo de esos templos
paleocristianos en la isla de Mallorca, y fácilmente localizables y en ruinas,
son las basílicas de Son Peretó (Manacor), Sa Carrotja (Porto Cristo, Ses
Salines, Santanyí)); S´Horta d´en Palmer (Campos); Cas Frares de Son Fiol
(Santa Maria del Camí), Son Fernandí (Campos)...
En Palma, pocos son los vestigios
visibles de esa época: los de los subsuelo del Estudi General Lul-lià
pertenecientes al foro y templo de la urbe; en el Museo de Mallorca, gran
variedad de piezas de cerámica y de metal, un monetario de casi un millar de
monedas de bronce, parte de un cargamento de un barco hallado en la costa de la
Colonia de Sant Jordi, en el levante mallorquín, lápidas y urnas funerarias,
joyas, bustos y esculturas incompletas de varios emperadores y de personas
anónimas , pequeñas representaciones en bronce de deidades, armamento,
pedestales y capiteles de columnas, culinarios, incensarios, dos Tabulaes
patronatus bochoritana, frascos y botellas de cristal, máscaras teatrales;
Porta de la Almudaina o de La Cadena, la Bâb Hidjnawî de la Madîna Mayûrqa, que seguramente se
cerraba al ocaso con una verja de hierro; un posible teatro en el manzanario
que agrupa la plaza Joan Carles I y las calles Brondo, Paraires y Jovellanos;
la lapidinae, o sea, una cantera; hoy en día cubierta por edificios en Dalt
Murada, en la plaza de Llorenç Villalonga, una necrópolis y restos de muralla
en la misma zona; los restos de un campamento militar o villa rural adosada al Hospital Universitario
de Son Espases; Jardín Episcopal, un trozo de muralla; lienzos de muralla en
los sótanos del Museo Diocesano…
En el año 465 de nuestra era, los
vándalos ocuparon nuestro archipiélago destruyendo todo lo que se les cruzaba, y
la urbs palmensis no fue una excepción, era el fin de la Palma romana tras casi tres siglos y medio
de existencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario