Josep María Osma Bosch
El apellido Descatlar, hoy en día
Dezcallar, perteneciente a la nobleza local, con el título de marquesado del
Palmer, tiene su origen en la isla desde el año 1285 cuando Pone Descatlar
acompañó al futuro Alfonso III de Aragón a la invasión del Reino de Mallorca, y
que a lo largo de la historia ha dado notables miembros que han ocupado
importantes cargos oficiales tanto en la milicia, Iglesia, política y en la
actualidad en el campo de la diplomacia, como los hermanos Rafael, Jorge
y Alonso Dezcallar que han sido embajadores de nuestro país, todavía llamado
España, en diversos lugares del mundo como Alemania, Estados Unidos de América,
Mauritania… Aunque a decir verdad, el motivo de este artículo no es dar a
conocer uno por uno todos los miembros que han de ese linaje, sino centrándome
en dos de ellos, uno quizá el más conocido históricamente hablando, y otro, el
que protagonizó un hecho insólito en la Mallorca de finales del siglo XVII.
Ca´n Catlar (Foto: Archivo Josep María Osma Bosch) |
En los últimos días del mes de
diciembre de 1693, falleció, a la edad
de seis años, un hijo de Gerard
Descatlar i Serralta, capitán de Infantería,
caballero del la Orden Militar de Calatrava y descendiente de Pere
Descatlar i de Santacoloma, el primer Senior de la Bossa d´Or. El afligido
padre, en nombre de la familia, solicitó a Pere d'Alagó i Cardona, a la sazón
arzobispo-obispo de la diócesis mallorquina, poder dar cristiana sepultura en
horas nocturnas al recién hijo finado en la cripta familiar de los Descatlar que
poseían en la iglesia parroquial de Santa Eulàlia en Ciutat, solicitud que le
fue denegada. Ante esa postura negativa del prelado, Gerard Descatlar hizo
trasladar el cadáver de su hijo a la
iglesia conventual de La Mare de Déu dels Socors, templo y cenobio regentado
por los PP. Agustinos y donde fue celebrada una misa de Angelis en memoria del
niño que había obitado el día anterior.
Pere D'Alagó i Cardona que ocupó la mitra mallorquina desde el 27 de octubre
de 1648 al 3 de mayo de 1701, muy querido por el pueblo llano, al que ya vimos presidiendo los cuatro autos
de fe de 1691 ( Ver mi artículo publicado en este Blog Los cuatro autos de fe
del año 1691, del sábado, 12 de julio de este presente año), al tener
conocimiento de la desobedecida orden de
negación a Gerard Descatlar, puso el caso en manos del fiscal eclesiástico, el
cual dictaminó que el caballero y militar había cometido una grave infracción. Por
su parte Descatlar no se quedó de brazos cruzados, ya que pidió ayuda a sus hermanos calatravos
y en su nombre al prestigioso canónigo Joan Dameto, conservador de las
principales órdenes militares como la propia de Calatrava, Santiago, Alcántara
y Montesa; Joan Dameto sin pensárselo dos veces, excomulgó al máximo jerarca de
la Iglesia de Mallorca.
Con nervios a flor de piel y
humillado Pere d 'Alagó, tras consultar con sus teólogos y juristas, ordenó
emitir un bando que hizo colocar en la puerta del coro de la catedral, proclama en la cual descalificada al canónigo
Joan Dameto y a las órdenes militares por los agravios sufridos contra su
persona. Horas más tarde, en la madrugada del 23 de diciembre cuando los
beneficiarios catedralicios, quienes atónitos habían visto el bando manchado de
excrementos humanos, y al estar en canto de maitines, en el momento de entonar
el salmo Rector potens escucharon un ruido quedando sorprendidos al ver que el
crucifijo colocado sobre un eje del facistol principal de la sala destinada al
canto, talla que siempre se hallaba en posición de mirada al portal del
habitáculo donde se hallaba el bando “ensuciado”, se había girado en dirección a la plaza de
asiento del prelado, en ese momento
vacía ya que el portador de la mitra se hallaba en el mundo de los sueños. Acto
seguido, se dio aviso al prelado, el cual junto al procurador fiscal y otros
miembros de la curia se personaron al lugar del milagroso suceso. El Procurador
fiscal, tras tomar declaración a los beneficiarios catedralicios, y a Antoni
Sard, carpintero de la catedral, y a Antoni Ferragut, campanero mayor, levantó
acta exponiendo en la misma que el eje del soporte del crucifijo era imposible
de forma natural darle ninguna clase de movimiento.
Antiguo coro de la Catedral de Mallorca (Foto: Archivo Josep María Osma Bosch) |
Con toda seguridad, y creo que no
creo que me equivoque, los seguidores y seguidoras de este Blog habrán llegado
a la conclusión que la pequeña talla del Santo Cristo en La Cruz daba la razón
al arzobispo-obispo Pere d´Alagó i Cardona.
En el año 1904, con motivo de la
reforma de nuestra catedral, en la que
se incluía el coro, realizada por el arquitecto catalán Antoni Gaudí Comet
(1852-1926), a iniciativa del entonces obispo de Mallorca Pere Joan Campins i
Barceló (1859-1915), la imagen del Santo Cristo protagonista del portento que
acabamos de ver, fue trasladado a la capilla de San Bernardo, en dicha
capilla, la cuarta por la parte de la
Epístola, y una de las más antiguas, unos
años más tarde, concretamente el 30 de agosto de 1912, se declaró un virulento
incendio, y además de la milagrosa talla, fue pasto de las llamas un artístico
retablo barroco obra de Francisco de Herrera "el Viejo" (1590-1656).
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