La fundación del convento de
Santa Catalina en Ciutat de Mallorca, tuvo lugar el 17 de febrero de 1661; el
templo, construido bajo planos de Joan Bauçà, fue consagrado por el obispo de
Mallorca Bernat Cotoner el 20 de abril de 1658; y en diciembre de ese mismo año
fue cuando llegaron a la ciudad las
primeras religiosas dominicas que tenían que ocuparlo, aunque en primera
instancia, y seguramente por no estar finalizado el edificio en todas su
totalidad o por falta de fondos económicos, fueron instaladas en la Casa del
Sacristanato, y semanas después en unos inmuebles en la plaza del Mercadal que
fueron adquiridos por el fraile dominico Julià Font Roig, el cual, tras
fallecer, el también seguidor de la Orden fundada por Santo Domingo de Guzmán,
fray Miquel Sorell, continuó con el proyecto iniciado por su antecesor, y con
el mecenazgo del noble Joan Baptista Despuig de Sant Martí i Pax, caballero
ínclito de la de la Orden Militar de Santiago, las monjas pudieron alojarse
en la casa conventual donde permanecerían varias generaciones.
Iglesia y Convento de Santa María de Sena. seguda mitad del siglo XX (Foto: Archivo Josep María Osma Bosch) |
La portada central del templo
está constituida por un paramento, habiendo encima del mismo un rosetón. En su
parte superior vemos dos torres de forma cuadrada con ventanas que están
enlazadas por un pasillo que dispones de varias ventanas de forma rectangular,
y en el centro de dicho corredor hay un arco de medio punto y en el interior
del mismo hay una concavidad protegida por otro arco de media punta sobre tejas
a modo de desagüe de agua de lluvia, este arco es sostenido por dos columnas
laterales; debajo hay una imagen de la santa titular del cenobio realizada por
el escultor mallorquín Pere Joan Obrador,a los pies de dicha escultura hay un
escudo heráldico con las armas de la familia Despuig; hay otro portal, datado
en el siglo XVIII, actualmente cegado, y
sin valor artístico alguno, en un lateral, en la calle Porta Pintada compuesto
por cuatro escalones de acceso, rematado en la parte superior por una sencilla
cartela y a cada lado una voluta sin ornamentación alguna.
Accedemos a la iglesia por una
escalinata de siete peldaños. El interior es de planta amplia, rectangular y de
forma de cruz griega con dos pares de tramos. El centro está cubierto por una
torrecilla de las denominadas de media naranja, la cual es concluida por un
mirador ochavado a semejanza de del convento de Santa Teresa de Jesús, Ses
Tereses situada en Sa Rambla de Ciutat, y también como el de la vecina
iglesuela de Sant Antoni de Viana, en la misma calle de Sant Miquel. El retablo
del altar mayor, hoy en día cubierto al público, es obra de Francisco Herrera,
donde se representan tres jerarquías celestiales dominicas y una talla de Santa
Catalina de Sena flanqueada por dos ángeles.
Las ocho capillas laterales, sin
vista a los visitantes, están dedicadas a la Beata Juana de Aza, madre de Santo
Domingo de Guzmán; a la Virgen del Rosario, con una talla de esta advocación
mariana en horizontal dentro de una urna acristalada; la del Santo Cristo
crucificado, en esta capilla, además de la talla de Cristo, destaca un cuadro
representando a San Raimundo de Peñafort cruzando sobre su capa la bahía del
puerto de Sóller rumbo a Barcelona, historia o leyenda que en un futuro será
tema para un artículo en este Blog; a San Sebastián, patrón de Palma de
Mallorca, capilla patrocinada por la nobiliaria familia de los Villalonga, cuyo
escudo de armas se puede ver en la misma… En la parte del coro destaca un
lienzo de un Ecce Homo datado en la segunda mitad del siglo XVI. Entre los
varios retablos barrocos que contiene el templo sobresale el situado al fondo de
ábside dedicado a San Juan Bautista, obra de Andreu Carbonell y el de
advocación al santo fundador de la orden dominica, anónimo, ambos datados en el
siglo XVIII.
Además del monumental sepulcro
del bienhechor Joan Baptista Despuig de Sant Martí i Pax, realizado en jaspe y
mármol situado a la izquierda del presbiterio, donde está representado el noble
arrodillado, hay otros enterramientos de religiosas de la orden que fueron
celebridades en el campo cultural, como Sor Ana María del Santísimo Sacramento, natural de Valldemossa, que vivió en el siglo
XVII, mujer de grandes virtudes y de conocimientos en teología; el de Sor
Eleonor de Brondo y de Puigdorfila, autora de una biografía de Santa Catalina
Thomàs, fallecida el 19 de marzo de 1819; y el de Sor María Pascuala del
Santísimo Sacramento, perteneciente a la
nobiliaria casa de los marqueses de la Romana, fue doctora en filosofía por la
Universidad de Valencia, fallecida en el
año 1827.
El 7 de febrero de 1964, el
templo fue declarado Monumento Histórico Artístico, pero a pesar de ello, dos
años después se empezó a realizar el derribo de su parte conventual, abriéndose
nuevas calle laterales y el inicio de las obras del centro comercial de Los
Geranios y algunos comercios de la calle de Sant Miquel, su claustro, de estilo
dórico, fue desmontado pieza por pieza y trasladado al edificio Ramon Llull de
la Universitat de Ses Illes Balears; por otra parte, el portal de entrada al
convento, por la calle de Sant Miquel, se puede ver hoy en un lateral del convento
de San Jerónimo, en la calle Antoni Planas i Franch.
Iglesia de Santa Catalina de Sena. (Foto: Archivo Josep María Osma Bosch) |
Las religiosas que
habitaban el convento fueron trasladas a un centro religioso del Camí Vell de
Bunyola, en la actualidad regentado por la Orden Hospitalaria de San Juan de
Dios, donde permanecieron hasta que en el mes de septiembre del año 2008, y por
carencia de vocaciones, se instalaron en la localidad catalana de Sant Cugat
del Vallès, llevándose consigo parte de su patrimonio: una imagen realizada en
terracota policromada de Santa Catalina de Sena y un cuadro de ella del siglo
XVIII; un lienzo de Santo Tomás de Aquino de autoría anónima obrado en el siglo
XVIII; un archivo conteniendo innumerables y valiosos documentos; un crucifijo
de grandes proporciones; una artística jofaina que se hallaba en la sacristía
del templo…
Lo que no he podido
averiguar, es si en su equipaje figuraban las reliquias de un hueso de Santo
Domingo de Guzmán, otro de Santa Catalina de Sena y un pequeño fragmento de la
Veracruz. La iglesia fue cedida al obispado de Mallorca, quien a su vez, y
hasta en la actualidad, la tiene prestada a la Parroquia Ortodoxa de la
Natividad del Señor, dependiente del Patriarcado de Moscú, y al adaptarla para
sus ritos, cubrieron parte de su ornamentado, sobre todo en el altar central
con un gran y artístico iconostasio, es decir, un tabique con iconos que separa
el presbiterio del resto de la nave del templo y que simboliza la separación
del cielo y la tierra, y en cuyo interior, el oficiante, en este caso
denominado archimandrita, efectúa el servicio religioso.
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