Josep María Osma Bosch
El pasado día 12 de junio, dentro
de la ruta Cultural impartida por mí, organizada por el Casal de Barri de Santa
Catalina-Es Jonquet-Son Cotoner, mediante el Ajuntament de Palma, en la cual recorrimos zonas endémicas de la
ciudad de Palma: Borne, Puig de Sant Pere, Atarazanas, Sa Llonja… donde tuvimos
conocimientos de inmuebles donde nacieron, residieron y fallecieron personajes
históricos; historias y leyendas de asesinatos, de suicidios, de amoríos y de
luchas entre la clase nobiliaria, vestigios de la Madîna Mayûrqa almohade;
fortificaciones renacentistas… Todos los puntos visitados fueron admirados por
los asistentes a la ruta, pero en especial dos, el de Can Salas Menor o Can
Moner y el vecino de Can Belloto o de Can Pavesi.
Dentro de la demarcación
parroquial de Santa Cruz, entre Es Puig de Sant Pere y Es Born, se halla la
calle de Sant Felio, que toma su nombre del oratorio homónimo construido en el
siglo XIII, poco después de la conquista de Mayûrqa del rey Jaume I de Aragón,
y hoy en día, fuera de servicios religiosos, está reconvertido en una galería
de arte. En esta vía, una de las más señoriales de Palma, olim llamada de Ses
Carasses (Las Carotas), debido a las caras
grotescas que ornan un inmuebles vecino, y del cual, junto al de Can Salas,
veremos parte de su historia, este último, casón nobiliario que hace unos meses
fue siendo noticia a diaria en los medios de comunicación tanto a nivel local,
nacional e internacional, por ser la residencia de un ex presidente autonómico
balear, motivo que, por supuesto, no tienen cabida dentro de las páginas de
este Blog..
Can Sales Menor (Foto: Archivo Josep María Osma Bosch) |
La construcción de este casal es
de origen medieval, siendo modificada su fachada entre 1592 y 1601 a instancias
de su nuevo propietario, Jerònim de Salas, que lo adquirió a Miquel Joan de
Sanmarti i Francolí. En 1622, se instalaron una línea de los Cotoner,
pasando los Fuster de Salas a Can Pax- Fuster, inmueble
que a partir de entonces se denominó Can Salas Major, vivienda desaparecida que
se hallaba en la prolongación alta de la calle; la otra rama familiar, la de los Salas-Sureda se cambió a
Can Burgues, de la misma calle de Sant Feliu, y también donde actualmente se
halla la Biblioteca Pública de Palma, frente a la iglesia de Santa Creu. A
principios del siglo XIX, se conoce como de Can Moner, por el matrimonio de
Josep Cotoner i Despuig con Mercè Chacón i Net, años después, el casal
perteneció a la familia Moner. Los
últimos propietarios, antes de los diferentes actuales, fueron los Misioneros
de los Sagrados Corazones de María y Jesús, que lo compraron en 1957 a Carme
d´Olivar i de Despujol; los religiosos y religiosas pueden acceder desde el
interior del edificio hasta su casa conventual, cuya entrada principal se halla
en la vecina calle de Sant Gaietà.
La fachada combina los estilos renacentista y
manierista. En ella destacan los estolones antropomorfos representando a los
personajes bíblicos de Adán, rodeado de vegetación y a Eva, con la serpiente.
El balcón posee tres ventanas renacentistas con elementos escultóricos
representantes seres angélicos, una calavera, carasses y escudos de armas de
los Salas, armas que también pueden verse en los hermosos y bien labrados
capiteles del zaguán. Por desdicha de las modas arquitectónicas de diferentes
épocas, hoy en día el patio ha quedado desfigurado de la forma que tenía en su
origen.
En los años sesenta del pasado
siglo XX, este casal fue el escenario de un crimen que conmocionó a la ciudad.
Habitaba en Can Salas Menor un coronel ciego, cuyo asistente, un soldado
conocido por El Catalán, asesinó a una anciana sirvienta que prestaba sus
servicios en la casa. Tras descuartizarla, guardó los restos en diferentes
lugares y días después, los quemó en una chimenea, pero debido al putrefacto
olor que se esparcía por doquier, y al intentar huir, gracias a la vecindad fue
descubierto y apresado por la policía.
Curiosamente, en esta zona del centro
histórico de Palma, también tuvieron lugar otros episodios relacionados con la
muerte. Uno de ellos, fue el asesinato en el siglo XVIII el presbítero Martí
Mascort a manos de Ahmed, su esclavo moro, quien tras ser ejecutado en Es Born,
se le amputó una de sus manos depositándola en una hornacina de la fachada
donde cometió el crimen, cuya calle desde entonces, está rotulada como Sa Mà
d´es Moro. Hay quienes aseguran, que en las noches del 18 de octubre, día del trágico
suceso, y del 15 de noviembre, cuando fue ajusticiado Ahmed, escuchar gemidos
dentro de la casa donde transcurrieron los últimos momentos de vida del
sacerdote. Otro caso, y además fantasmagórico, es el de Can Valero o Cal
Marquès de la Romana, esquina calle Sant Feliu con la plaza de la Pau,
residencia que fue de Pedro Caro y Sureda, héroe de la Guerra de la
Independencia con el francés, residencia famosa por haber albergado en su
biblioteca unos 20.000 volúmenes, donde una leyenda urbana cuenta la aparición
del espectro de su último habitante, que al morir sin descendientes, durante
años permaneció su cadáver en la capilla del casal.
Can Belloto (Foto: Archivo Joana Joy) |
En el número 10 de la misma calle
de Sant Felio, y a pocos metros de Can Sales Menor, hallamos Can Belloto,
también conocido como Can Pavesi, y por el vulgo conocida Casal de Ses Carasses
(Las Carotas). Este casal, de origen
medieval, perteneció a la nobiliaria familia de los Verí hasta 1584, año en que
fue comprado por el comerciante local Antoni Mas; y años después, concretamente
en 1606, siendo el propietario un hijo de Mas, lo perdió mediante un pleito
contencioso ganado por el jurista genovés Joan Francesc Pavesi, el cual lo
transformó de su originario estilo medieval con connotaciones manieristas. En
el año 1620, tras el fallecimiento de Pavesi, el casal pasa a ser propiedad de
Doménico Belloto, un tratante de cereales enriquecido a costa de los fletes
contratados por el General i Gran Consell del Reino de Mallorca, y teniendo
dicho individuo una enigmática ascensión en estrato social, ya que en 1635
obtuvo el título de ciudadano militar y nueve años después el de caballero. El
apellido Belloto se extinguió en Mallorca en 1823 con Elísea Belloto. En la
fachada del casal, debajo del escudo de armas de Pavesi, y sobre la cara
diabólica que nos saca su lengua viperina, vemos la misteriosa inscripción EUNDO, cuya interpretación
pudiera ser “marchante“ ,“viajero“,
“parte, vete”, “para el que pasa”…
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