José María Ibáñez
Teodoro Toro Gómez
El asesinato y posterior mutilación del cadáver de Dagmar Sprenger es uno de los sucesos más espeluznantes y violentos ocurridos en Mallorca en las últimas décadas. La joven alemana, cuyos restos fueron hallados en Ses Salines y Cala Blanca, murió supuestamente a manos de su amante, Winfried Brandt. Las investigaciones realizadas por la Guardia Civil consiguieron identificar el cuerpo descuartizado de la muchacha después de meses de intensas investigaciones con la comprobación y cotejo de restos humanos pertenecientes a la víctima, hallados en los dos puntos del litoral mallorquín. Sin embargo la autoría del crimen dejó muchos puntos oscuros puesto que, el principal sospechoso de llevarlo a cabo también aparecería muerto en las mismas fechas junto a la Torre de Ses Animes en el término de Banyalbufar.
LOS HECHOS
Noticia publicada en el diario Última Hora (Foto: Archivo Teodoro Toro Gómez) |
La historia de este caso fue muy compleja desde el preciso instante en que aparecieron los primeros restos descuartizados de Dagmar Sprenger. Cronológicamente los hechos pudieron haberse desarrollado de la siguiente manera: A mediados del mes de enero de 1987, aparece un torso humano en la playa de los Estanques de Ses Salines. El día 12 del mes de mayo del mismo año, es hallado el cadáver de Winfried Brandt en los acantilados de la Torre de Ses Animes. El día 20 de enero de 1988, dos adolescentes hallan unos restos humanos en Cala Blanca, en el término de Andratx. Entre éstos restos se recupera una dentadura muy peculiar.
Quince días después del segundo hallazgo ya se sabe que el torso humano aparecido en Ses Salines y los restos de Cala Blanca pertenecen a la misma persona. En base a la dentadura hallada entre los últimos restos encontrados, se sospecha que se trata de una mujer de algún país de centro Europa -según señalaría la autopsia-, posiblemente de nacionalidad alemana.
A finales del mes de agosto del mismo año, los padres de Dagmar Sprenger se desplazan a Mallorca al enterarse que los investigadores policiales buscan incansablemente a personas desaparecidas misteriosamente durante las fechas en que tuvieron lugar los macabros hallazgos. Y que éstos, principalmente la dentadura, pudieran pertenecer a su hija de la que no habían vuelto a tener noticias desde la fecha de su viaje a Mallorca, y que concordaba con la aparición de los restos humanos.
Se llevan a cabo numerosas diligencias en las que participan incluso personal del consulado alemán de Palma, así como un interprete que realiza gestiones en la ciudad de Berlín, donde residen los padres de Dagmar, y en la consulta de una conocida odontóloga, cuya paciente fue la joven asesinada, que facilitó radiografías, fotografías, fichas y otros informes que serían cotejados con los restos dentales hallados en Cala Blanca.
Los padres de Dagmar reconocieron la dentadura como perteneciente a su hija; informando a la vez que Dagmar había viajado a Mallorca en compañía de su novio Winfried Brandt, cuyo cadáver aparecería también en la misma costa mallorquina a varios kilómetros de distancia.
TIRANDO DE LOS HILOS
En el mes de septiembre la Guardia Civil detiene a una pareja de alemanes residentes en Paguera: Beatrice Von Gersmershein y su amante Rugero Sassoli. En base a las declaraciones de la mujer todo apuntaba a que fue Winfried Brandt el que había asesinado a Dagmar, y que después éste se puso en contacto con un mafioso alemán de nombre Alfred Lheman, quién se habría desplazado a Paguera desde Berlín para ayudar a su amigo a descuartizar el cuerpo de la infortunada joven alemana, para, después, arrojar los restos introducidos en varias bolsas de plástico al mar. Este hecho, que es un breve resumen de lo que realmente pudo acontecer, está rodeado de misterios y contrastes que nunca fueron esclarecidos, ya que los protagonistas aparecieron muertos.
Una serie de preguntas quedaron sin contestación. ¿Donde fue descuartizada Dagmar? ¿Cuál fue el motivo concreto de su muerte? ¿Cómo y donde fueron arrojados sus restos? ¿Donde fueron a parar las pertenencias personales, joyas y dinero de los dos fallecidos? Todas estas preguntas jamás fueron aclaradas y solo existieron una serie de hipótesis a tenor del avance de las investigaciones. Las declaraciones efectuadas de forma voluntaria ante el juez de guardia por la súbdita alemana Beatrice Von Gersmershein, pusieron en marcha el engranaje.
Dagmar Sprenger y Winfried Brandt llegaron por primera vez a Mallorca a finales del verano de 1986, escogiendo como localidad de residencia la localidad de Peguera hasta finales del mes de octubre. En diciembre de aquel mismo año los amantes regresaron a la isla residiendo, al principio, en un apartamento del edificio Ponent de Peguera. A los pocos días de su llegada ambos visitaron a su amiga Beatrice Von Gersmershein. Winfried habló con ella, y después de informarle que habían tenido que salir de Berlín precipitadamente, "porque tenían problemas", le comentó que el apartamento donde residían les resultaba demasiado caro; pidiéndole que le prestara la llave de un apartamento ubicado en la calle Eucalipto, propiedad de una joven alemana que en aquellos momentos se encontraba en su país.
Beatrice así lo hizo, y la pareja se trasladó al nuevo apartamento. Desde aquel momento solo se contaba con el testimonio aportado por Beatrice ya que, desde entonces se pierde todo el rastro de los dos amantes alemanes. Según relata la amiga de la pareja, a primeras horas de la tarde del día 18 de enero, Beatrice encontró a Winfried solo en un bar de Peguera. Al preguntarle por Dagmar, éste contestó que la había matado aquella misma noche. Los motivos del asesinato se debieron a una discusión de los amantes, en mitad de la cual Dagmar dijo que tenía la intención de regresar a Berlín y contar a la policía todo lo que sabía sobre las relaciones de Winfried con el mundo del narcotráfico de cuya organización Brandt había recibido unos ciento setenta y cinco mil marcos alemanes (Brandt había huido de Berlín tratando de refugiarse en Mallorca con Dagmar).
Torre de Ses Animes (Foto: panoramio.com) |
Ante las amenazas de la muchacha Brandt decidió asesinarla. Horas más tarde se ponía en contacto con un compañero de fechorías y criminal a sueldo, Alfred Lheman, para que se desplazara a la isla y le ayudase a hacer desaparecer el cadáver de su joven amante. Una vez en la isla ambos se desplazaron a una gran superficie donde adquirieron herramientas, bolsas de basura y un mapa de la isla. Ya en el apartamento procedieron a descuartizar el cadáver de Dagmar en la bañera, trasladaron sus restos a la costa y lo arrojaron al mar.
Esto puede ser en síntesis lo que realmente pudo haber ocurrido, sin embargo, nunca se llegó a recoger el más leve indicio de que en el apartamento de la calle Eucalipto de Peguera se hubiera llevado a cabo la mutilación del cuerpo de Dagmar. Tampoco se logró recuperar ningún tipo de prenda, objeto personal, dinero o joyas que necesariamente deberían estar en posesión de la pareja.
Los testimonios aportados por aquellos que conocieron o tuvieron algún tipo de relación con ambas víctimas, están repletos de contradicciones y la ley del silencio impuesto por el grupo en el que estaba integrada la pareja sigue siendo un misterio a pesar del tiempo transcurrido. La única realidad es que las dos muertes se produjeron en un escaso intervalo de horas o días a juzgar por los resultados de las autopsias. En el cadáver de Brandt tan solo fueron hallados 400 marcos alemanes, un paquete de cigarrillos marca Ducados y unas gafas de sol. De entre los restos descuartizados de Dagmar solo fue recuperada una dentadura postiza con puente de platino y un trozo de pantalón negro sujeto a un zapato a medio tacón.
La muerte de ambos no ha quedado esclarecida en todos sus términos y, aquellos que pudieron aportar algún testimonio, decidieron permanecer en el más absoluto de los silencios.
FUENTES CONSULTADAS:
Archivo personal de Teodoro Toro Gómez
Diario Última Hora
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