lunes, 23 de diciembre de 2013

EL ECCEHOMO, EL DIABLO Y UNA MONJA CARMELITA

Josep María Osma Bosch

Otro de los puntos que durante la pasada Ruta IV por las calles y plazas de la histórica y legendaria ciudad de Palma, denominada Ciutat de Mallorca,  Madîna Mayûrqa,  punto que fue, a igual de los restantes, seguido con mucho intereses a mis explicaciones a los asistentes a la misma,  veamos lo ocurrido a finales del siglo XVI o a principios del siguiente, en un poco transcurrido callejón “sine nomine” situado, según el Catastro del año 1576,  “entre las manzanas 164 y la 167, popularmente conocidas respectivamente como de “ Mossen Jordi Nuñiz de Sant Joan, Casa Armengol y Església de Sant Jaume, enlazando en la actualidad  la calle  “Àngels” con Sa Rambla”,  y cuyos actores del  extraordinario suceso fueron el Ecce Homo, es decir, la representación de Cristo con los atributos de su Pasión, Satanás, una monja carmelita y su sacerdote confesor.
(Foto: Archivo Josep María Osma Bosch)

Joana Borrás i Noguera, era una mujer que después de enviudar y perder a sus hijos, tomó la decisión de entrar en religión como terciaria carmelita y dedicar el resto de su vida a Nuestro Señor Jesucristo, su nuevo esposo. En su calidad de lega, Joana vivía fuera del convento, y lo hacía en una vivienda de la calle de la Portella, a escasos metros de la puerta de muralla del mismo nombre, propiedad del noble Nicolau Rossinyol.

Cada día a media tarde, la religiosa acudía a la desaparecida iglesia conventual de Nuestra Señora del Carmen ubicada en la Rambla, antiguo cauce del torrente de Sa Riera, con el fin de oír misa y someterse a confesión. Una de esas tardes, al cruzar por el lúgubre callejón antes citado, se le apareció Satanás y al mismo tiempo que le impedía proseguir su camino, le hizo ver sobre el terreno de la calleja el mar en tempestad e intentándola introducir en ella, haciendo que Joana quedase paralizada. En ese momento, se presento el Eccehomo y dirigiéndose a ella, le dijo: "Pasa adelanta, hija mía, y no temas; siempre estaré contigo". Acto seguido, tanto Cristo como el Diablo y la terrible visión marítima desaparecieron.

Una vez en el convento, la monja puso el hecho en conociminento de su confesor, el Padre Jaume Torrens, que ya sabía lo sucedido por una revelación celestial. Para dejar constancia del milagro, hizo construir en el callejón una hornacina con la imagen del Eccehomo, flanqueado por las dos jerarquías celestiales mallorquinas del momento, es decir, la Beata Catalina Thomás, cuyo cuerpo incorrupto se halla visible para la veneración pública, en la vecina iglesia conventual de Santa Magdalena, restos mortales que tuvimos ocasión de visitar en la Ruta II del día 21 de noviembre, y el Beato Ramón Llull, enterrado en la palmesana Basílica de Sant Francesc de Asís, monumental sepulcro con su estatua yacente que visitaremos en la próxima ruta. 

La "capelleta" primitiva fue sustituida a principios del siglo XX por la actual y es obra del pintor mallorquín Joan Bauza, siendo restaurada en el año 1944 a expensas entre el Ajuntament de Palma, una entidad bancaria y una asociación privada dedicada al estudio y conservación de nuestro patrimonio, podemos visitar, aunque elementos de la primitiva que han sido eliminados de la tela, como son las figuras de la Beata y de Llull, los cuales, según la declaración realizada por Joana Borrás i Noguera ante las autoridades eclesiásticas acompañaron, junto a varios ángeles, a Jesucristo durante la aparición.







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