Josep María Osma Bosch
El 1 de julio de 1256, el rey
Jaume I “el Conqueridor”, autorizó la fundación de un convento de religiosas
franciscanas en Ciutat de Mallorques bajo la advocación de Santa Clara; para
ello, adquirió unos terrenos y casas pertenecientes a Bernat de Santa Eugenia,
ex lugarteniente del reino mallorquín y a Ramón de Torrelles, obispo de la
diócesis en ese momento, en nombre del Papa Alejandro IV, puso la primera
piedra del nuevo cenobio. Cuatro años más tarde, quedó establecida la clausura,
siendo las primeras religiosas en morarlo, las hermanas de sangre, Catalina y
Guillerma Berenguer, procedentes del convento de Santa Clara de Tarragona.
Fachada del convento de Santa Clara (Foto: Archivo de Josep María Osma Bosch) |
El 24 de marzo de 1262, el Papa
Urbano IV emite una bula por la cual
pone a las monjas clarisas bajo la
protección del Obispo de Mallorca y de sus Jurados y concede privilegio para
que éstas, al morir, al igual que sus familias, casi todas de la nueva nobleza
mallorquina, pudieran ser enterradas en su posesión monacal. Las Casas Reales
de Aragón y de Mallorques, favorecieron con dispensas al monasterio.
En el 1837, las religiosas clarisas que ocupaban la
clausura, eran treinta y tres, pero debido a la Ley de Mendizábal, promulgada
el 21 de abril de ese mismo año, se le añadieron treinta y cuatro monjas
exclaustradas del convento de la Purísima Concepción de L´Olivar de
S´Esgleieta.
El templo, al que se accede por
un patio de grandes dimensiones, fue edificado a finales del siglo XVII. Es de
estilo variado y consta de nave única de seis tramos y cuatro capillas de medio
punto a cada lado, sobre ellas están las tribunas enrejadas, características de
los templos conventuales. En el presbiterio, coronado con las armas reales
mallorquinas, es apreciable su arco plateresco formado por dos columnas decoradas
con motivos amorfonos y burlescos.
El retablo del altar mayor es neoclásico, allí
se hallan las figuras de Santa Clara, San Francisco de Asís, San Antonio de
Viana, San José y la del Beato Ramon Llull. La Sala Capitular, es de
representación rectangular, con dos arcos entrelazados que soportan su
artesonado del techo. Declarada de interés histórico-artístico, es gótica, y en
ella se guardan unos corporales de lino, que según tradición, fueron realizados
por las manos de Santa Clara y que,
milagrosamente, se salvaron de un incendio.
La fachada principal, de forma
sencilla, es de construcción cuadrangular. A su izquierda se halla el
campanario, que al igual que la portada, está dividido en tres cuerpos,
acogiendo el último de ellos el campanario propiamente dicho, ubicado sobre una
cornisa balaustrada rematado por una cubierta en capitel, con una campana del año 1300. Su pequeño claustro
conventual, es austero y en él se guardan varias laudas de religiosas allí
enterradas. El portal, de 1671, es obra de Antoni Carbonell, el mismo que
realizó los portales del Ajuntament de Palma; está presidido por una escultura
barroca de Santa Clara dentro de un medallón, y a cada lado de la entrada al
templo, sobresale un grupo escultórico en relieve representando a dos cabezas
de ángeles acompañadas de motivos florales y vegetales, encima del portal se
observa una ventana enrejada preservada por un voladizo triangular de madera.
Claustro del convento de Santa Clara (Foto: Archivo de Josep María Osma Bosch) |
El 4 de diciembre de 1980 fue
declarado Bien de Interés Cultural de Balears y Patrimonio Histórico de España.
Y para finalizar con esta reseña del
monasterio de Santa Clara el más antiguo de nuestra isla y segundo de su Orden
en España, permítaseme que lo haga con una de las muchas historias y leyendas
que en él tuvieron lugar.
Hace algunos cientos de años,
fallecía en el barrio de Sa Calatrava de Ciutat de Mallorca una dama de alta
nobleza local, dejando en su testamento que quería que tanto sus exequias
fúnebres y su enterramiento fueran en el monasterio de Santa Clara, templo de
clarisas franciscanas del cual fue feligresa en vida. En aquellos tiempos,
seguramente medievales, tras oficiarse el funeral, el cadáver era velado por
los asistentes durante toda la noche antes de su inhumación. Pasaban las horas
y el cansancio iba haciendo mella en las personas que permanecían en el recinto
sagrado, algunas decidieron marcharse, en cambio otras se quedaron dormidas en
sus bancos, aunque un hombre permanecía despierto, el cual, se acercó al cuerpo
de la difunta e intentando quitarle un valioso anillo que ostentaba en una de
sus manos. Viendo que sacarlo era imposible, mordió el dedo que portaba la
joya, pero, en ese preciso instante, la muerta despertó de su sueño eterno, y
ante el grito que propinó, despertó a los familiares y amigos que la velaban
los cuales salieron como viento en polvorosa del templo; en cuanto al usurpador, ni que decir tiene que, del susto
terrorífico, murió en el acto junto al féretro de la “resucitada”, ¿milagro o
un caso claro de catalepsia? .
Hola me gustaría saber si conoce el nombre verdadero de la difunta?. Estamos investigando misterios y leyendas de Palma
ResponderEliminarme refiero a la difunta resucitada muchas gracias
meow
ResponderEliminarMe reporto en tu zona cada día más culona por esta cuerpa tú te mudas a Barcelona.
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