lunes, 27 de enero de 2014

EL MONASTERIO DE SANTA CLARA Y UNA DIFUNTA RESUCITADA

Josep María Osma Bosch

El 1 de julio de 1256, el rey Jaume I “el Conqueridor”, autorizó la fundación de un convento de religiosas franciscanas en Ciutat de Mallorques bajo la advocación de Santa Clara; para ello, adquirió unos terrenos y casas pertenecientes a Bernat de Santa Eugenia, ex lugarteniente del reino mallorquín y a Ramón de Torrelles, obispo de la diócesis en ese momento, en nombre del Papa Alejandro IV, puso la primera piedra del nuevo cenobio. Cuatro años más tarde, quedó establecida la clausura, siendo las primeras religiosas en morarlo, las hermanas de sangre, Catalina y Guillerma Berenguer, procedentes del convento de Santa Clara de Tarragona.
Fachada del convento de Santa Clara
(Foto: Archivo de Josep María Osma Bosch)

El 24 de marzo de 1262, el Papa Urbano IV  emite una bula por la cual pone a  las monjas clarisas bajo la protección del Obispo de Mallorca y de sus Jurados y concede privilegio para que éstas, al morir, al igual que sus familias, casi todas de la nueva nobleza mallorquina, pudieran ser enterradas en su posesión monacal. Las Casas Reales de Aragón y de Mallorques, favorecieron con dispensas al monasterio.

En el  1837, las religiosas clarisas que ocupaban la clausura, eran treinta y tres, pero debido a la Ley de Mendizábal, promulgada el 21 de abril de ese mismo año, se le añadieron treinta y cuatro monjas exclaustradas del convento de la Purísima Concepción de L´Olivar de S´Esgleieta.

El templo, al que se accede por un patio de grandes dimensiones, fue edificado a finales del siglo XVII. Es de estilo variado y consta de nave única de seis tramos y cuatro capillas de medio punto a cada lado, sobre ellas están las tribunas enrejadas, características de los templos conventuales. En el presbiterio, coronado con las armas reales mallorquinas, es apreciable su arco plateresco formado por dos columnas decoradas con motivos amorfonos y burlescos.

El retablo del altar mayor es neoclásico, allí se hallan las figuras de Santa Clara, San Francisco de Asís, San Antonio de Viana, San José y la del Beato Ramon Llull. La Sala Capitular, es de representación rectangular, con dos arcos entrelazados que soportan su artesonado del techo. Declarada de interés histórico-artístico, es gótica, y en ella se guardan unos corporales de lino, que según tradición, fueron realizados por las manos de Santa Clara  y que, milagrosamente, se salvaron de un incendio.

La fachada principal, de forma sencilla, es de construcción cuadrangular. A su izquierda se halla el campanario, que al igual que la portada, está dividido en tres cuerpos, acogiendo el último de ellos el campanario propiamente dicho, ubicado sobre una cornisa balaustrada rematado por una cubierta en capitel, con  una campana del año 1300. Su pequeño claustro conventual, es austero y en él se guardan varias laudas de religiosas allí enterradas. El portal, de 1671, es obra de Antoni Carbonell, el mismo que realizó los portales del Ajuntament de Palma; está presidido por una escultura barroca de Santa Clara dentro de un medallón, y a cada lado de la entrada al templo, sobresale un grupo escultórico en relieve representando a dos cabezas de ángeles acompañadas de motivos florales y vegetales, encima del portal se observa una ventana enrejada preservada por un voladizo triangular de madera.
Claustro del convento de Santa Clara
(Foto: Archivo de Josep María Osma Bosch)

El 4 de diciembre de 1980 fue declarado Bien de Interés Cultural de Balears y Patrimonio Histórico de España. Y para finalizar con  esta reseña del monasterio de Santa Clara el más antiguo de nuestra isla y segundo de su Orden en España, permítaseme que lo haga con una de las muchas historias y leyendas que en él tuvieron lugar.

Hace algunos cientos de años, fallecía en el barrio de Sa Calatrava de Ciutat de Mallorca una dama de alta nobleza local, dejando en su testamento que quería que tanto sus exequias fúnebres y su enterramiento fueran en el monasterio de Santa Clara, templo de clarisas franciscanas del cual fue feligresa en vida. En aquellos tiempos, seguramente medievales, tras oficiarse el funeral, el cadáver era velado por los asistentes durante toda la noche antes de su inhumación. Pasaban las horas y el cansancio iba haciendo mella en las personas que permanecían en el recinto sagrado, algunas decidieron marcharse, en cambio otras se quedaron dormidas en sus bancos, aunque un hombre permanecía despierto, el cual, se acercó al cuerpo de la difunta e intentando quitarle un valioso anillo que ostentaba en una de sus manos. Viendo que sacarlo era imposible, mordió el dedo que portaba la joya, pero, en ese preciso instante, la muerta despertó de su sueño eterno, y ante el grito que propinó, despertó a los familiares y amigos que la velaban los cuales salieron como viento en polvorosa del templo; en cuanto al  usurpador, ni que decir tiene que, del susto terrorífico, murió en el acto junto al féretro de la “resucitada”, ¿milagro o un caso claro de catalepsia? .

3 comentarios:

  1. Hola me gustaría saber si conoce el nombre verdadero de la difunta?. Estamos investigando misterios y leyendas de Palma
    me refiero a la difunta resucitada muchas gracias

    ResponderEliminar
  2. Me reporto en tu zona cada día más culona por esta cuerpa tú te mudas a Barcelona.

    ResponderEliminar