Josep María Osma Bosch
Al atardecer del 24 de mayo de
1619, Jaume Joan de Berga i Sales,
magistrado de la Reial Audiència de Ciutat de Mallorca, doctor en ambos
derechos y noble por privilegio del rey Felipe III fechado el 8 de marzo de 1615,
riguroso e incorruptible con los dos clanes de los Canamunt y los Canavall, los
cuales le tenían en su punto de mira por haber enviado a algunos de sus
miembros al patíbulo, llegaba a su casa de la calle Sant Ere Nolasc (actual nº
1), en el barrio de la Seu. Poco antes de apearse de su carruaje, un proyectil
de arcabuz, disparado por uno de los dos hombres escondidos en las sombras de
la noche, penetraba por detrás del vehículo introduciendo en su cuerpo, minutos
después, Berga dejaba el mundo de los vivos.
C´al Magistrat Berga (Foto: Archivo Josep María Osma Bosch) |
Inmediatamente, y sin perder tiempo, el
mecanismo policial inició las investigaciones. Mucha gente, de todos los
estratos sociales, fue citada a prestar declaración. Ninguno de los
interrogados, y parecía por única vez los dos clanes se habían puesto de
acuerdo previamente, respondían, con una frase que ha perdurado hasta nuestros
días la negativa de la responsabilidad del hecho que se le preguntaba: Què em
so jo, de sa mort d´en Berga? Ante ese nulo avance de las pesquisas, el Gran i
General Consell ofertó una recompensa de 2.000 lliures de Mallorca y el virrey
Francisco de Torres 4.000 ducados a quien pudiera facilitar el apresamiento de
los implicados en el asesinato del magistrado. Se dictó un bando por el cual se
ordenaba, bajo pena de muerte su incumplimiento, que se tuvieran abiertas
las puertas y ventanas de las casas y que por las noches hubiera una luz
encendida.
Días después, Antoni Montblanch, oficial de la
Reial Audiència, logró capturar por las inmediaciones del castillo de Bellver a
Antoni Gibert, alias Treufoc, un bandejat, es decir, un hombre que se mantenía,
mediante un bando, fuera de la Ley, al cual se le había puesto un precio a su
captura. Gibert, que hacía poco se había evadido de la cárcel real, en su
declaración delató a dos implicados más, el noble Canamunt, Jeroni Pau de la
Cavalleria i Descatlar y al capitán de la partida de bandejats de Selva, el
sacerdote Mateu Ferragut conocido por el capellà Boda, instigador del
asesinato, el que proporcionó escondite a Treufoc dentro de la catedral y que
odiaba a muerte a Berga por haber ahorcado a su hermano Bartomeu.
El 10 de agosto de ese mismo año,
se condenó a muerte a Antoni Gibert, siendo ajusticiado cuatro días después; la
sentencia, de forma literal, decía así: “ Que sigui conduït pels llocs
acostumats de la present ciutat i duit per les cases dels ferrers qui tenen les
seves tenalles candents i amb elles sigui ferit i cremades les seves carns i
devant la casa del dit noble D. Jaume Joan de Berga li tallin la mà i l´orella
dretes, i devant el Castell Reial l´altra mà, l´esquerra, i en la plaça
vulgarmente coneguda per ´Lo Born` li sia arrebassada l´altra Orella,
l´esquerra, i després que sia arrossegat per terra per una coa de cavall, que
sia conduït pels mateixos llocs a l´indret de suplici, a la plaça vulgarmente
anomenada de santa Eulàlia i allà sia estrangulat, el cos sigui tallat i
col-locat en els llocs destacats i el cap a la porta anomenada del Castell
Reial ”, pero, por temor a que no llegase con vida al cadalso, se prescindió
ser arrastrado por el caballo, su cabeza fue expuesta en la Torre dels Caps.
Jeroni Pau de la Cavalleria i
Descatlar, fue encerrado en la Torre de l´Angel donde logró huir refugiándose
en el desaparecido convento de San Francisco de Paula, siendo de nuevo apresado
y tras sufrir tormento en el potro, se declaró culpable, a pesar de su
condición de aristócrata, el 15 de noviembre le fue dado garrote vil y su
cabeza cortada fue a ser compañera de la de Gibert, el resto de su cuerpo fue
enterrado en la iglesia de San Francisco de Asis.
Quien salió mejor parado del
proceso fue el capellà Boda, el cual, después del atentado regresó con su
partida por las montañas de Escorca siguiendo sus fechorías; pero, quizás de
verse a punto de ser capturado por un grupo de gente armada a las órdenes del
virrey, con ayuda de sus jefes, los Canamunt, consiguió salir de la isla a
bordo de un barco de la Orden de San Juan de Malta rumbo a Italia.
Además de los tres autores
materiales del crimen de Berga, hubo más
implicados de forma indirecta, practicándose
muchas más detenciones y juicios, entre los cuales, y para no hacer la
lista interminable, hallamos al que proporcionó el arma homicida, Guerau Pont,
sacerdote beneficiado de la Seu, juzgado por la Curia Obispal, cuya condena fue el abono de una multa de 15.000 ducados y destierro por siete años de
Mallorca; al caballero Pere Fortesa de Tagamanent, encubridor de los culpables,
al cual le derribaron su casa, situada en la actual plaza de Tagamanent; al
magistrado, también de la Reial Audiència, Agustí d´Albanell, favorable a los
Canamunt y corrupto en sus sentencias, como la de dar libertad a un bandejat de
Inca a cambio de un par de mulas, que fue destinado a Artà; quienes no
corrieron con tanta suerte fueron la más de una docena de bandejats canamunters
de la partida de Boda que fueron ejecutados al año siguiente.
Gracies Josep. M´agradan molt les tevas aportacions, segueix tots aprenem molt.
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