José María Ibáñez
Pasear por las calles de la histórica Madina Mayurqa resulta de lo más gratificante. En el rincón más insospechado se esconden historias, leyendas, crónicas negras; alguna narración olvidada que permanece en silencio custodiada a través de sus estrechos y oscuros callejones.
(Foto: Archivo José María Ibáñez) |
Uno de estos lugares se encuentra muy cerca de la Plaza de España. Si pasas por la calle Sant Miquel, justo enfrente del Capuchino, seguro que te llama la atención una estrecha y corta callejuela que comunica con el Centro Comercial de los Geranios; me estoy refiriendo al Carrer del Crist Verd.
Mi curiosidad quedó aparcada durante un largo periodo de tiempo hasta que, días atrás, ordenando y clasificando mis archivos personales, encontré en una carpeta casi olvidada la poca información que había logrado recuperar hace unos años sobre la historia de este pequeño reducto palmesano.
Si observamos algunos planos antiguos de Palma, aparece un callejón sin salida que daba comienzo en la calle de sa Síquia, actual Sant Miquel, en las inmediaciones del convento de Santa Catalina de Siena, que finalizaba en un huerto enclavado en la parte posterior del recinto conventual. Recordemos que el antiguo convento de Santa Catalina de Siena, sede de las Dominicas de Palma (siglo XVII), fue derribado en 1963; los arcos y las columnas del claustro se instalaron en el edificio Ramón Llull del campus universitario palmesano. Del antiguo convento tan solo queda la iglesia, actualmente Parroquia de la Natividad del Señor, de culto ortodoxo.
(Foto: Archivo José María Ibáñez) |
Si repasamos la historia, la Cruz Verde era el emblema de la Inquisición Española; se representa flanqueada por una rama de olivo y una espada. La tradición nos cuenta que la noche anterior a los autos de fe, se organizaba la Procesión del Cristo Verde, que era transportada hasta el lugar donde tenía lugar el ceremonial, y colocada en la tarima que servía de cadalso. A continuación, una vez terminada la ceremonia, también en procesión, la Cruz Verde era retornada a su lugar de origen.
La Cruz Verde, empuñada por el Fiscal del Tribunal montado a caballo, abría la comitiva. Tras él, a pie, desfilaban los reconciliados portando cirios encendidos en señal de penitencia. A continuación los frailes dominicos precediendo a los condenados a muerte; éstos últimos ataviados con túnicas, llamadas sambenitos, ilustradas con escenas del infierno, y una grotesca caperuza de cartón también decorada con símbolos infernales. Cerraban la macabra comitiva los llamados familiares del Santo Oficio, los lanceros a caballo y los representantes de las distintas comunidades religiosas de la ciudad.
Los autos de fe eran actos públicos que organizaba la Inquisición, donde los condenados por el tribunal adjuraban de sus pecados, mostrando arrepentimiento, para que sirviera de lección a todos los fieles que se habían congregado en la plaza pública o en la iglesia donde se celebraba, y a quienes se invitaba, también, a proclamar solemnemente su adhesión a la fe católica.
(Foto: Archivo José María Ibáñez) |
En el auto de fe, contrariamente a lo que suele creerse, no se ejecutaba a nadie (la Inquisición era un tribunal eclesiástico y no podía condenar a la pena capital), sino que los condenados a muerte estaban en manos de los tribunales reales que eran los encargados de pronunciar la sentencia de muerte y de conducir a los reos al lugar donde iban a ser quemados.
Hoy en día tenemos que dejar volar la imaginación, a fin de ubicar el antiguo emplazamiento del convento y del huerto pero, el Carrer del Crist Verd, como antaño, sigue siendo corto, apenas unos metros, y estrecho. La próxima vez que pases por la zona, transítala, con un poco de suerte comparta contigo alguna de sus historias ocultas.
¿Desfilaba por esta estrecha callejuela la Procesión del Cristo Verde?
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