domingo, 13 de julio de 2014

LA ELEGIDA (V)

Juana María Hernández Joy

EL DESTINO

Caía la noche cuando Magda llegaba a su habitación a descansar después de haber regresado de su viaje de dos días a Galicia y cenado algo que como siempre, le había preparado el bueno de Bernat. Necesitaba darse un baño y relajarse, así que, mientras se dejaba embriagar por los adagios de Albinoni, se prepararía uno y después se pondría cómoda, tumbándose en el sofá y leyendo uno de sus libros preferidos hasta que Morfeo viniera a por ella y se la llevara, transportándola a su mundo.

En él estaba cuando se vio en un inmenso prado y a lo lejos un bello corcel negro que hacia cabriolas y galopaba salvajemente por el mismo; realmente era un bello ejemplar de pura sangre. Todo quedó ahí… Pero no su sueño el cual la llevó a adentrarse en un jardín lleno de gente, toda vestida de negro, y un hombre joven, el cual no parecía ir con el resto y quien la miraba como si la conociera de siempre. Magda entró en la casa a la cual el jardín pertenecía, se dirigió a una habitación donde había una cama grande y sobre ella fotos, muchas fotos y todas antiguas; mientras las estaba mirando volvió a aparecer el hombre joven y dirigiéndose a ella le dijo:

(Foto: Archivo Joana Joy)
-“¿Conoces a alguien de esas fotos?”
-“No.” Respondió Magda.
-“Ellos son tu familia, tu pasado.”
-“¿Mi familia, dices…?”
-“Sí.” Contestó afirmativamente el joven desconocido.
-“¿Quién eres, y cómo sabes que son mi familia, si yo misma no los conozco?”
-“Soy tu Destino.”

De repente, se despertó sobresaltada con esa frase en su pensamiento y en ese instante recordó la conversación mantenida días antes con Michel. A la mañana siguiente se levantó temprano, avisó a Bernat de que no le preparara el desayuno, ya que bajaría a Palma y tomaría algo por el centro.
Eran las diez en punto de la mañana cuando abría la puerta de un céntrico bar de la Plaza España donde solía ir cada vez que estaba por la ciudad. Nada más entrar, vio como un hombre apostado en la barra no dejaba de mirarla fijamente; ella tampoco pudo evitar no hacerlo, nunca antes había visto un hombre así; alto, elegante, con clase, sus cabellos eran rubios como el sol y sus ojos grandes y negros como el azabache. 

-“¿Quién sería aquél hombre que no dejaba de mirarla?”- Mientras decidía donde iba a sentarse, el desconocido se acercó…
-“¿Perdona, te importa si me siento contigo? Sólo verte entrar me has gustado y quisiera conocerte.”
-“Lo lamento, pero no estoy sola, espero a otra persona” Contestó molesta Magda y con idea de que ese maleducado desconocido no la molestara más.
-“De acuerdo, te pido disculpas por haber alterado tu tranquilidad”
-“No pasa nada” contestó Magda toda seria y muy seca; sus ojos echaban fuego mientras lo miraba fijamente.

El atractivo desconocido volvió a su sitio de la barra y continuó observándola, cosa que empezaba a incomodarla, “¿cómo se atrevía a mirarla así, con ese descaro y a la vez, de esa manera tan elegantemente provocadora y seductora?” Intentó centrarse en sus cosas y en ello estaba, cuando al cabo de un rato, nuevamente el desconocido se le acercó y le dijo al oído: “lástima de la oportunidad perdida, en otra ocasión será.” Dicho esto, dio media vuelta y se marchó.

-“Buenos días querida sobrina, ¿qué tal tu paseo por As Terras Galegas?” Le dijo su tío Joan, quien acababa de llegar al bar.
-“!Tío Joan! ¿Cómo sabías que estaba aquí? Ya… no me contestes, tú lo sabes todo; venga, siéntate y tomemos uno de esos desayunos al estilo mallorquín que tanto te gustan.” Dijo Magda, sorprendida y a la vez contenta de volver a verle.

-“¿Qué tal mi niña, cómo estás? ¿Y por cierto, qué te pasa en la cara? Pareces enfadada o molesta por algo.” Joan de Guitart sabía perfectamente lo que le pasaba y también quien era el desconocido que había estado hablando con su sobrina, él mismo lo había enviado para que tuviera un primer acercamiento con ella. Y el resultado fue el esperado. Le alegraba saber que aunque Fernando- que así era como le llamaban en la Orden- ya conocía a Magda a través de unas fotos que él mismo le había enseñado, entre ellos había habido química nada más verse.

-“Por Galicia todo bien, disfruté con la conferencia a la que asistí, por cierto, el juego o mejor dicho el jugador no era tan buen contrincante como me esperaba, fue fácil ponerlo en jaque.” Contestó Magda recordando la conversación mantenida con Santiago de Lemos después de que éste terminara su exposición verbal sobre el mundo del Románico.
-“Lo sé, conozco bien tus artes y como las utilizas, yo mismo fui quien te las enseñó. Pero, escucha bien lo que te voy a decir… y no voy a repetírtelo dos veces, ya lo sabes; ten cuidado y nunca bajes la guardia, muchos vendrán y otros tantos te buscarán y perseguirán, repito… nunca bajes la guardia. Y por último, y quiero que te grabes estas palabras que te voy a decir… PIENSA COMO HOMBRE, PERO SIEMPRE ACTUA COMO LO QUE ERES, UNA MUJER. ¿Entiendes lo qué quiero decir? Sigue mis consejos mi niña Magda, y nada ni nadie podrá contigo ni contra ti.”
-“Sí. Lo haré tío Joan, sabes perfectamente que siempre he seguido y sigo tus sabios consejos.”

(Foto: Archivo Joana Joy)
Dicho esto y después de tomar cada uno el suculento desayuno, salieron los dos del bar.
-“¿Hacia dónde te diriges ahora? Le preguntó su tío.
-“Voy a dar un paseo por las tiendas a ver si veo algo que me guste para mi próximo viaje.”
-“¿Te marchas de nuevo, cuál es tu destino esta vez?”
-“Dímelo tú.”
-“!Ja, ja, ja,ja,ja! Muy buena respuesta mi querida sobrina, aunque innecesaria. Solamente te diré que vayas donde vayas, te esperan sorpresas. Ahora te dejo, tengo cosas que hacer; nos vemos a la noche.” Dicho esto, se despidió de ella y se marchó.

Al quedarse sola, volvió a recordar al desconocido que había visto nada más entrar en el bar, quedó prendada de él y tenía que reconocer que como hombre era un bello ejemplar, cualquier mujer se fijaría en él sin importar edad. “¿Pero por qué estaba pensando en él, si nunca más volvería a verle?” Inmediatamente lo apartó de su mente y se centró en el verdadero motivo por el cual había ido al centro de Palma. En pocos días se marchaba a Escocia, y quería tenerlo todo preparado y listo, para que no le faltara ningún detalle antes de su partida.

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