Todos los hermanos convocados ya
tenían la tercera rosa roja; había llegado el día. En esta ocasión, Mortitx era el lugar escogido por
los hermanos, especial y emblemático sin ninguna duda para los Caballeros de la Orden de la
Perla Negra.
Magda había pensado que lo mejor
sería marcharse a primera hora de ésa misma tarde, así nadie, empezando por su querido tío
sospecharía nada de lo planes que tenía para ése día diecinueve de enero. Andaban demasiado ocupados todos,
como para estar pendientes de ella. Sólo Bernat. Él mismo fue quien le dio la idea.

-Mi querida niña Magda, ¿estás
nerviosa?
-No Bernat, sólo ansiosa por ver
y saber. Ya me conoces, soy un ratoncito de biblioteca que siempre está buscando y averiguando todo lo
que puede y más.
-Lo sé, niña Magda. A veces,
incluso demasiado.
-No me riñas Bernat, sabes que
estoy feliz por lo de esta noche. Prometo portarme bien y seguir al pie de la letra todas tus indicaciones.
-Eso espero, sabes que me estoy
jugando mucho dejándote hacer esto.
-Lo sé. Pero quédate tranquilo,
todo saldrá bien.
Mientras, en el refectorio los
hermanos iban entrando y ocupando su lugar en la mesa. Había llegado el momento, y la hora de servir la
cena; Magda se puso la capucha para evitar que nadie la reconociera y con mucho temple, sigilo y prudencia
comenzó a servir en los cuencos la deliciosa sopa de ajo que había preparado el hermano Bernat para
la ocasión.
Los hermanos presentes iban
vestidos con el hábito propio de la orden y a cara descubierta. Presidía la mesa el Hermano Mayor y a su
derecha, el segundo de más rango dentro de la orden, su tío Joan. También estaba presente el
hermano Michel, al resto, los conocía de vista, ya que no solía tratar mucho con ellos. -¿pero quién era el
que estaba sentado al lado de su tío? Nunca lo había visto, aún así su figura le resultaba familiar. Pálida se quedó al reconocer su
rostro mientras servía a otro de los hermanos. -¡no puede ser, no puede ser, es él, Fernando! ¿Pero qué
hace aquí, y vestido como un hermano más? –Bernat le daría la respuesta.
-Bernat ¿quién es el hombre que
está sentado al lado de mi tío, cómo se llama?
-Su nombre real no puedo
decírtelo, pero dentro de la orden es conocido como Fernando. Hasta aquí puedo decirte, así que, no me
preguntes más. No voy a contestar. –le dijo todo serio.
-Bien. Ya bastante te estás
arriesgando por mí. –Magda sabía lo que se estaba jugando el bueno de Bernat por darle el capricho a ella. Después de la cena, acudieron
todos al lugar donde se oficiaría el Capítulo, incluído el hermano Bernat. Ya todos colocados en el lugar
asignado para cada uno de ellos, el Hermano Mayor comenzó a hablar.
-Buenas noches a todos y gracias
por asistir. Antes de entrar de lleno en el orden del día, y como siempre, pasamos a votar el Acta del
Capítulo anterior.-después de que todos asintieran y aprobaran por unanimidad la misma, el Hermano
Mayor pasó a decir los puntos a tratar. El primero era el nombramiento de Joan de Guillart como nuevo
Hermano Mayor de la Orden, ya que el actual había decidido dejar el cargo por motivos de salud y a la
vez el otorgamiento de grado a otro de los hermanos por su éxito en la última misión asignada.
-Mi querida niña Magda, desde
aquí podrás ver y escuchar todo lo que se hablará durante el Capítulo. No te muevas, en noches como esta,
la seguridad está controlada al segundo. Un simple movimiento, y ya está. ¿Entiendes? –le dijo en
tono serio a la vez que ceremonioso.-debo dejarte, y recuerda todo lo que te he
dicho. Magda estaba feliz por estar
allí, se sentía orgullosa por el nuevo nombramiento de su querido tío Joan, como nuevo Hermano Mayor y a la
vez, inquieta. Se preguntaba quién era realmente Fernando para no sólo estar allí, si no también
estar sentado a la derecha de su tío. Estaba claro que ése no era el momento de averiguarlo; ya tendría tiempo
de hacerlo.
Mientras estaba con sus
pensamientos, el Hermano Mayor saliente nombraba el segundo y último punto del orden del día a tratar: -y
ahora paso a entregar la segunda perla negra, como reconocimiento al esfuerzo y falta de temeridad
ante las pruebas y trabajos asignados, a nuestro hermano Fernando.-en ése mismo momento, al ver Magda la
pulsera de cuero negro con dos perlas negras que se le entregaba al interesado, recordó que ella
tenía otra igual, guardada con celo y mucho cariño en una bella caja de madera en forma de rosa que mandó
a tallar su añorado padre especialmente para ella. -llegado el día,
deberás llevarla para completar
tu ciclo. Para ello deberás pasar una última y difícil prueba. Pero ahora, guárdala. No la necesitas, ahora
no.
-Ha llegado el momento mi querida
niña, pero aún así debes seguir buscando, te faltan cosas por descubrir y saber. Ahora vete, ya has visto
y conocido todo lo que necesitabas ver y saber. Sigue el camino que el bueno de Bernat te ha indicado
anteriormente para salir de aquí sin ser vista.
-Papá, ¿estás aquí?
-Sí, mi querida Magda. Siempre lo
estoy, te lo prometí el día que me marché. ¿Ya lo has olvidado?
-Nunca. Sé que siempre estás
conmigo. Hacía tiempo que no te notaba.
-Lo sé. Pero eso no significa que
no esté contigo. Anda, sal de aquí y regresa al hotel. El Capítulo está a punto de acabar. Y no te
preocupes por el hombre que has visto esta noche, algún día sabrás quien es él realmente. Sólo quiero que esta
noche cuando te encuentres en la tranquilidad de tu habitación de hotel, escuches a tu corazón, allí
encontrarás muchas de las respuestas que ahora y con tanta ansia, buscas.

-Hazle caso a tu padre, escucha
tu corazón; él te guiará. -le dijo aquella voz dulce que ya empezaba a reconocer cada vez que le
hablaba. -busca niña, todas las respuestas están en ti. Magda recordó en ése momento un
sueño que tuvo cuando era una niña. El mismo transcurría en el salón de un gran palacio donde estaba
su padre; él siempre fue un hombre muy elegante y apuesto, era alto, moreno, de negro azabache sus
cabellos y de ojos grandes y mirada penetrante y a la vez, dulce. Tal y como ella lo recordaba. En el
mismo llevaba un traje gris perla y sus brazos estaban abiertos, invitándola a que se acercara a él. Magda
toda contenta salió corriendo hacia su padre, quien la cogió en brazos y en ése mismo instante, ella se da
cuenta de la presencia de otro hombre quien también iba de traje; era tan alto y apuesto como su padre, de
cabellos rubios y ojos negros.
-Yo no. Él. –le dijo su padre
mientras hacía ademán para que aquél hombre rubio la cogiera en brazos, cosa que Magda no aceptó y como
pudo se soltó de los brazos de su padre y salió corriendo hacia una puerta que llevaba al jardín.
-No lo acepto. Te quiero a ti.
–se repetía Magda una y otra vez, llorando de rabia e impotencia, al tiempo que no dejaba de correr hasta que
llegó a un centenario arbusto donde se paró, cobijándose a sus pies. A las pocas semanas, su padre
falleció.
-¿Entiendes ahora el significado
de ésa visión que tuviste a través de un sueño? Magda, mi querida niña, aquel hombre que rechazaste era y
es tu Destino. Tu padre sabía que le quedaba poco tiempo de vida y no quería dejarte sola. Te conocía
bien, y no le extrañó tu reacción. A él le dolió mucho más que a ti tener que marcharse.
-Lo sé. Empiezo a atar cabos y
entender muchas cosas… encuentro casual en una cafetería de la Plaza España de Palma, el verle de
nuevo en Escocia…
-¿Vas entendiendo mi querida
niña? No tocaba que hoy le vieras y mucho menos donde le has visto. Pero sabes muy bien como canalizar
toda la información que vas obteniendo Y con ésta, también lo harás. Él, al igual que tu padre, lleva toda
la vida pendiente de ti y protegiéndote. Cada uno en su plano. Magda, Fernando es tu Destino, el hombre
al que amas y el mismo que te protege y cuida, como así quedó escrito, firmado y sellado aquel día
tantas veces recordado de un mes de mayo, de hace ya muchos años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario