Josep María Osma Bosch
Una vez terminadas las fiestas
navideñas, en Balears, y durante todo este primer mes del año, sigue el
jolgorio. Para no hacer muy extenso este artículo, a continuación veremos
algunas de ellas, eso sí, sin menospreciar a las restantes, que por no citarlas,
no son menos importantes.
En Algaida, el día 16, se celebra
la festividad de San Honorato, patrón del pueblo con una misa solemne y bailes
de cossiers, danzas que tienen su origen a principios del siglo
XIV. Honorato nació en la Galia donde se convirtió al cristianismo llegando a
ser obispo de Lombardía. El día
anterior, casi todas las calles de esta localidad mallorquina se cierran al
tráfico rodado y sus habitantes disfrutan de los foguerons (hogueras) y de
buenas torradas con embutidos típicos de la isla.
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Iglesia Sant Antoniet de Palma (Foto: Archivo Josep María Osma Bosch) |
Al día siguiente, es la
festividad de San Antonio Abab, patrón de los animales. En muchas localidades
de Mallorca, por no decir todas, ese día el párroco del pueblo bendice los
animales en nombre del santo nacido en el año 251 en Coma, en el Alto Egipto y
fallecido en el Monte Cobria, en el mismo país, en el año 356. El 13 de
septiembre de 1230, el rey Jaume I de Aragón y de Mallorques, donó a Pere de
Teça, superior de los frailes antonianos de la Orden de Canónigos Regulares de
San Agustín unos inmuebles sitos en la calle de la Sequia de Ciutat,
actualmente calle Sant Miquel, con el propósito de construir convento, iglesia,
hospital y cementerio para la atención de las personas afectadas por el “mal
de fuego sagrado“, “fuego de San Antonio” o ergotismo , llamada así esa
enfermedad por el hecho de unas curaciones milagrosas que tuvieron lugar sobre
la sepultura del santo en Viennois ( Francia). Dicho mal, muy extendido en la
Edad Media, era producido por el consumo de centeno intoxicado por un hongo parásito cornezuelo que generaba
gangrena al paciente. Los frailes se hicieron cargo de este conjunto de
edificios, popularmente conocidos por San Antonio de Viena y Sant Antoniet
hasta el 22 de abril de 1788, en que mediante una bula del Papa Pío VI y
ratificada por el rey español Carlos III, abolió la Orden Antoniana pasando sus
bienes en Ciutat a la vecina parroquia de Sant Miquel, siendo hoy en día, tanto
la iglesia como su claustro escenario de exposiciones culturales.
Desde el año
1573, los religiosos antonianos, todos los 17 de enero, aniversario del óbito
del santo egipcio, bendecían a los animales, tradición que hoy en día perdura,
y rifaban entre la gente de la calle un cerdo de raza mallorquina de su piara
conventual; el sorteo, llamado la “rifa del porc”, aunque desapareció la
supresión de la Orden, siguió celebrándose hasta bien entrado el siglo XIX.
Como se ha dicho anteriormente, la festividad de San Antonio Abad se celebra el
17 de enero en diferentes lugares de nuestra isla con foguerons (hogueras) y
las típicas beneïdes (bendecidas) de animales, siendo las más concurridas las
de Artà, Manacor, Muro, Palma, Pollença, Sant Joan y Sa Pobla, en esta última,
nuestro santo es titular de la parroquia y patrón de la villa, donde es típico
comer ese día la espinagada, una pasta hecha con harina, aceite de oliva,
levadura y agua, y con relleno de
espinacas, cebolletas, ajos, guisantes anguilas de S´Albufera de la localidad o
lomo de cerdo, sal y pimienta.
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Els Tres Tocs (Foto: Archivo Josep María Osma Bosch) |
Ese mismo día, Menorca, además de
celebrar la festividad de Sant Antoni Abad, también lo hace con su Diada,
siendo el acto principal en Ciutadella donde conmemora la entrada en esa ciudad
el 17 de enero de 1287 del rey Alfonso III de Aragón y la incorporación de la
isla a la Corona aragonesa. Tras haberse celebrado en la catedral una misa
solemne en honor a San Antonio Abad, se inicia la Processó dels Tres Tocs, es
decir, la Procesión de los Tres Toques, cortejo compuesto por clero, nobleza y
una talla de San Antonio Abad, que finaliza en la popular Plaça de Ses Palmeres
donde el concejal más joven del consistorio local, a los sones de la Marcha
Real, da tres toques con la bandera de la antigua Universitat menorquina sobre
una baldosa grabada con una T, o sea, una cruz Tau, símbolo del santo egipcio,
rememorando de esta manera al monarca aragonés que tuvo que dar tres golpes
para que le abriesen las puertas de muralla de la árabe Madîna Minûrqa; acto
seguido, el clero entona un Te Deum y una Salve Regina dándose por finalizado el acto institucional.
También en Eivissa, la mayor de
las Pitiüsas, concretamente en la localidad de Sant Antoni de Portmany, el
antiguo Portus Magnum, topónimo del cual deriva el nombre actual, honra al
santo nacido en Egipto. A media mañana, tras oficiarse una misa solemne y
realizar una pequeña procesión por la calles del pueblo, se procede a la
bendición de los animales y seguidamente, estando los vecinos vestidos de moros
y cristianos, empiezan los bailes a los sones de las típicos de la isla; es
costumbre al finalizar ese día festivo, contemplar la espectacular puesta de
sol desde la costa mirando hacia la vecina isla de Sa Conillera, isla que según
una tradición, aunque errónea, nació el gran caudillo cartaginés Aníbal Barca.
Faltaban diez años para finalizar
la primera mitad del siglo XVI, cuando los Jurados del Reino de Mallorca
solicitaron al cabildo catedralicio poder celebrar una fiesta en honor a San
Sebastián, petición que fue secundada por el consistorio de Ciutat una década
después. Una vez concedido lo expuesto, se le asignó una capilla en la Seo, la
segunda de la izquierda encargando tiempo después un retablo, el actual, a
Josep Sastre.
San Sebastián nació en Narbona ( Galia), siendo militar romano
llegando a ser jefe de la primera cohorte de la guardia pretoriana imperial del
emperador Dioclesiano; tras convertirse al cristianismo murió martirizado en el
año 288 siendo enterrado en una catacumba de la Via Apia de Roma. En el año
1552, el Reino de Mallorca se vio azotado por una epidemia de peste que dejó
una gran tasa de mortalidad en su territorio. En agosto del año siguiente, el
contagio pestal cesó de súbito atribuyendo este suceso portentoso a la llegada
a Ciutat, en una escala técnica, de una reliquia, un hueso de uno de los brazos
de San Sebastián que era portada por Manuel Suriavisqui, arcediano de la
iglesia de San Juan de Colachi en Rodas, quien la preservaba del ataque otomano
a la isla griega.
El día 3 del mes siguiente, es decir, septiembre, Suriavisqui
decidió abandonar nuestra ciudad, pero un creciente por momentos temporal, se
lo impidió. Tras varios intentos de salida, entendió que la providencia divina
quería que el hueso del santo mártir se quedase en suelo mallorquín. Así lo
hizo, y una vez donada la reliquia a la catedral, zarpó sin contratiempos
climatológicos. Para conmemorar ese milagro, se fundó una cofradía en honor del
santo martirizado, constituida en forma vitalicia por varias personas
pertenecientes a todos los estamentos del Reino, estableciendo una renta anual
para la festividad y encargados de la recaudación de limosnas, misas, costeó de
un retablo del santo y realizar un relicario para venerar la reliquia.
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Martirio de San Sebastían (Foto: Archivo Josep María Osma Bosch) |
Fue en
el año 1643, mediante una bula papal y previa petición del Gran i General
Consell, San Sebastián fue nombrado patrón de Ciutat de Mallorca. El 18 de
septiembre de 1757 se bendijo en la capilla catedralicia del santo y dentro de
su retablo, obra de Francisco Herrera, una talla dedicada a él, la cual podemos
ver hoy en día, esculpida en Roma y cuyo montante económico fue de 400 libras
mallorquinas. En el 1868, el Papa Pío IX
ratifica su patronazgo. En el año 1940, con planos iniciales del arquitecto
Gabriel Alomar i Esteve, se le dedica una iglesia de estilo románico-mozárabe
en la palmesana Avenida Argentina, destacando en su interior la imagen del Sant
Crist del Picapedrers, de finales del siglo XVIII y antaño patrimonio del “Col-legi dels Honorables Picapedrers“, una réplica del cuadro pictórico de San
Sebastián, cuyo original, atribuido al pintor holandés Antón Van Dyck (1599-1641) se halla en el vestíbulo de la sala de sesiones del Ajuntament de
Palma.
Las actuales celebraciones populares en la revetla (vigilia) de la
festividad de San Sebastián, el día 19, datan del año 1977 y es donde la
ciudadanía puede disfrutar de una noche lúdica con el engullido de los típicos
embutidos, repostería y licores típicos mallorquines amenizados en varios
puntos de la ciudad por bailes de “bot” y grupos musicales de moda. Como
colofón a unos días de fiesta, de exposiciones artísticas, de competiciones deportivas y entrega de los
premios Ciutat de Palma, la celebración de la misa solemne en nuestra catedral
y dando por clausurada con ese oficio religioso, por un año más, la fiesta de
San Sebastián, la mayor participativa de la capital de este antiguo reino que
está en medio del mar.
“El disset és Sant Antoni i el
vint és Sant Sebastià: qui bones obres farà no tindrà por del dimoni”, refrán
popular mallorquín, cuya traducción al castellano: “El diecisiete es San
Antonio y el veinte San Sebastián; quién buenas obras hará no tendrá miedo al
demonio”.
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