Josep María Osma Bosch
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Puig de Randa (Foto: Archivo de Josep María Osma Bosch) |
“Sobre el pla de Mallorca el Puig de Randa
eleva l´alt planell de sa mirada,
com un enorme, primitiu altar.
Lluny dels gegants ombrívols de la serra,
Ell qui les boires i la neu desterra,
vers l´Àfrica a lo lluny sembla guaitar. “
Fragmento del poema La mata escrita
del Puig de Randa de Mossèn Miquel Costa i LLobera
El Puig de Randa, enclavado en el
Pla de Mallorca, y a 5 kilómetros de poniente de la pedanía, llogaret en
mallorquín, del mismo nombre perteneciente a Algaida, antigua alquería almohade
de al-gayda (el bosque), también
llamada la montaña de los tres monasterios la muntanya santa, ya que en ella se hallan los cenobios de Sant
Honorat, fundado por Fray Arnau Desbrull en 1394, hoy en día lugar donde
postulan los futuros Misioneros del Sagrado Corazón; el de Nostra Senyora de
Gràcia, que tiene su nacimiento en 1440, donde
un franciscano llamado Antoni Caldés estableció su vida eremitica en una
oquedad natural; y en la cima del mismo, a 549 metros de altura sobre el nivel
del mar, el de Nostra Senyora de Cura, lugar que en el año 1275, Ramon Llull (1232-1315), quien, después de abandonar una vida frívola, se retiro dentro
de una cueva de sus cercanías, en la que durante suda contemplativa tuvo sus visiones místicas, y cerca de la
cual se halla el lentisco, traducido al
mallorquín mata, nombre científico es Pistacia lentiscus en cuyas hojas,
nuestro paisano más universal escribió en signos arábigos el nombre de
Dios; una representación de esa
planta, que se conoce como mata escrita,
se halla en piedra en el tímpano de la fachada del Col-legi de Nostra Senyora
de la Sapiència en la palmesana plaza de Sant Jeroni, centro educativo
eclesiástico fundado en 1629 por el canónigo Bartomeu Llull (1565-1634), para
acoger a una docena de jóvenes de clase humilde preparándoles para el
sacerdocio; a los pies de la montaña hay otro santuario: Nostra Senyora de la Pau, que antes fue la parroquia, una de la
primeras constituidas después de la invasión feudal catalano-aragonesa de 1229,
de Sant Pere de Catellitx, en árabe Qastil bi. al-´ugûn, castillo entre la
fuente, documentado en el Llibre del Repartiment o Llibre del Rei como
Castubeyon, libro manuscrito en el cual se refleja el reparto de la isla a los
magnates feudales que participaron en su conquista de la misma junto al monarca
aragonés; curiosamente, al lado de Cura se observan unos muros pétreos que
quizás hubieran pertenecido a una construcción defensiva. En cuanto a Randa, es grafía derivada de la
también palabra árabe ar-Randa, es
decir, el laurel.
Según cuenta una leyenda, hace
muchos de cientos de años, cuando no existía el Puig de Randa, siendo toda esa
zona de Mallorca un gran llano sin
ninguna altitud rocosa, vivía en las
marinas de Alger un gigante, de los muchos que en esas épocas pululaban por
este mundo terrenal. Este enorme ser, parece ser de carácter bonachón, había
escuchado de boca de marinos, pescadores comerciantes, piratas que solían, y
más de los esclavos cristianos que se vendían en el puerto argelino, que más
allá del mar existía una isla, cuya belleza no tenía par. De tanto oír las
hermosuras de esa isla, se le metió en su cabeza la idea de visitarla, pero, al
ser tan grande, su cuerpo, ningún navío quería darle pasaje.
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Cueva de Ramón Llull (Foto: Archivo de Josep María Osma Bosch) |
Después de mucho tiempo, al ver
que nuestro gigante se hallaba en un estado de total desolación por no poder
realizar esa, tan deseada por él, travesía, dos capitanes de barco pensaron que
la única forma de que él pudiera navegar a bordo, era ir derecho y con un pie
en cada barca. La propuesta fue aceptada por el hombrón, empezó lo preparativos
para el viaje. Dicho y hecho, llegó el día del embarque y tras ponerse como le
habían dicho los marinos, con un gran cesto, sobre sus sienes, lleno de tierra
de su país, con una bolsa de semillas de plantas aromáticas, y un gran bastón,
ya que era cojo, empezó la singladura hacía esa isla maravillosa que los nautas
llamaban Mayûrqa.
El viento apto para la navegación
favorecía la expedición, pero al cruzar por el archipiélago de Cabrera, se
desató una fuerte tempestad que obligó a cada barco tomar una diferente al
otro; ello hizo que el ansioso gigantón perdiese el equilibrio, y al notar una
caída inminente, se “descalzó” de una de las embarcaciones produciendo con la
pisada un gran y profundo pozo, existente en nuestros días, en Cala Pi, de
Llucmajor; por su parte, el cesto con la tierra se vertió formando el Puig de
Randa, y las gotas de su sudor,
hicieron brotar la Font de la Vila, es decir, la ´aún –al-amîr, es decir, la
fuente del emir, en los terrenos de Son Reus, acuífero que suministraba a la
Madîna Mayûrqa.
De este macizo, que tiene forma
de herradura, y de gran riqueza forestal, además del Puig de Randa, lo forman
los de Son Reus, de 501 metros, Galdent, de 420 m. d´en Bord, de 334m., Son
Veny, de 317 m. y el de Son Claret de 337 m., otra creencia popular, y recogida por En Jordi d´es Recó, seudónimo de
Mossèn Antoni Maria Alcover Sureda (1862-1932 ) en su Aplec de rondaies mallorquines, dice, además de la asombrosa historia que
acabamos de tener conocimiento, que las
entrañas de esa montaña están vacías y que por ellas corren enormes
caudales de agua; que dos pares de columnas de oro le dan soporte, de las
cuales, hoy en día, tres están rotas, y la que queda se halla en estado muy
quebrantado, y al terminar de romperse ésta, se hundirá toda la isla en el
fondo de los mares.