martes, 10 de junio de 2014

LA ELEGIDA (II)

Juana María Hernández Joy

SIMÓN DE MONTFORT Y SU CRUZADA


Desde el descubrimiento hecho días atrás sobre su ascendencia cátara, su cabeza no había dejado de dar vueltas preguntándose: “¿quiénes fueron realmente los Cátaros?”
Lo que tenía claro es que tendría que averiguarlo por sí misma, como bien decía siempre su tío Joan “Es parte de tu aprendizaje, así que… busca y encontrarás”.
Aún no eran las seis de la mañana, cuando ya estaba en la cocina esperando a que Bernat, el hermano cocinero de la Orden, le terminara de preparar el desayuno, compuesto de pan tostado con mantequilla, zumo de naranja natural y un descafeinado con leche, también natural.
-“Aquí tienes mi querida niña, espero que esté todo de tu agrado”.
Simón de Montfort
(Foto Archivo Joana Joy)
-“!Gracias Bernat, está todo riquísimo, como siempre! Por cierto, si ves al señor de Guillart, le dices que estaré todo el día metida en la biblioteca, no pienso salir para nada. Bueno… haré una excepción, ¡y sólo cuando mi estómago me anuncie que es la hora de comer y la olor de tus guisos me traigan de nuevo hasta aquí!”

Dicho esto, Magda salió de la cocina camino de la biblioteca, y durante el trayecto se preguntaba “¿por dónde iba a empezar a buscar…? El manuscrito hablaba de Carcassonne, y de un tal Simón de Monfort… Sí, empezaría a buscar por allí”.
Estando ya en la biblioteca, se dirigió a su rincón favorito donde había un antiguo escritorio de madera, el cual había pertenecido a su padre y donde guardado bajo llave tenía un pergamino escrito en latín por él. Al verlo, recordó lo mal que se le daba esa lengua…

-“Mi querida niña Magda, algún día sabrás su significado, y entonces conocerás parte de la verdad, TU VERDAD”. Le dijo su tío Joan, quien estaba sentado en un cómodo sillón de piel, revisando unos documentos, cuando ella entró en la estancia.
-“¿Cómo lo haces? Nunca te oigo llegar, y cuando estás, nunca te veo, salvo que me digas algo como has hecho ahora, en este mismo momento” le dijo algo molesta.
-“Sabes que no puedo… ahora debo salir” Dicho esto, se levantó y con paso firme se dirigió hacia la puerta, desde donde con un leve movimiento de cabeza se despidió de su sobrina.

Magda volvió a sumergirse en sus libros y en su búsqueda…
El 21 de julio de 1209 los cruzados se apostaron delante de Béziers; Simón de Montfort al frente del ejército cruzado atacó la ciudad y exterminó a una parte de la población sin tener en cuenta su filiación religiosa y pronunciando, según la crónica que escribió Cesáreo de Heisterbach más de 50 años después de los hechos, la frase…
(Foto Archivo Joana Joy)
“!Mátadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos!
Atribuida a Arnaldo Amalrico, quien fuera legado papal, inquisidor y ferviente enemigo de los albigenses.”
Esta primera matanza de personas, entre 7.000 y 8.000, tuvo lugar principalmente en la iglesia de la Madeleine
“!Qué casualidad en la iglesia de la Madeleine! ¿Y qué pretendían o querían demostrar los cruzados con ello?” Se preguntó Magda. También quiso la “casualidad” que en ese mismo año de 1209 naciera Marie Magdelene D´Ortells…, ya lo averiguaría. Ahora debía seguir leyendo.

Los cruzados llegaron a Carcasona el 1 de agosto de 1209. Pedro II de Aragón cabalgó hasta la ciudad solicitando condiciones de paz aceptables para su sobrino Ramón Roger Trencavel. El Abad cisterciense de Cîteaux, Arnaud Amaury, también allí presente, exigió a su vez sus condiciones: sólo autorizar a Ramón Roger y doce acompañantes el abandonar la ciudad. Condiciones inaceptables para el joven Trencavel, el cual sería conducido a las mazmorras y encarcelado en la que había sido su propia fortaleza, muriendo una vez tomada la Cité, el 10 de noviembre de ese mismo año; contaba con tan sólo 24 años de edad. Simón de Montfort sería nombrado nuevo vizconde de Béziers, Albi y Carcasona y reforzado en su puesto de jefe de los cruzados, Montfort emprende a continuación la conquista de la región del Rasez. Montréal, Preixan, Fanjeaux, Montlaur, Bram van cayendo sistemáticamente a su paso. A finales de 1210, Montfort controla el este del Languedoc y es nombrado vizconde del Rasez.

El 3 de mayo de 1211 sus tropas entran en la ciudad de Lavaur desatando una feroz represión. El señor Aymeri de Montréal y ochenta de sus caballeros son ahorcados, su hermana Guiraude embarazada, es lapidada en el fondo de un pozo y cuatrocientos cátaros quemados vivos…
25 de junio de 1218… Simón de Montfort encontraría la muerte en Beaucaire, ésta provocada por una piedra de catapulta lanzada por unas mujeres desde la ciudad, las cuales aciertan a dar en el general enemigo y lo matan. “Vaya muerte más estúpida para alguien como Simón de Montfort.” Pensó…
(Foto: Archivo Joana Joy)

Su hijo, Amaury VI de Montfort, le sucede, pero no tenía el genio militar de su padre y es derrotado sucesivamente. Por otra parte, Raimundo VII (su padre muere ese mismo año) se une a Roger-Bernard y recupera sucesivamente Montréal, Fanjeaux
Había decidido no leer más, ya tenía la información que necesitaba en ese momento…
Recordó que siete años atrás, cuando fue por primera vez a el Languedoc, no sólo se impregnó de todo el pasado vivido y sufrido en Carcassonne-como le gustaba decir- también recorrió otros lugares importantes y muy significativos en la época de la Cruzada contra los Albigenses, como era Montréal, con su iglesia, que nada más entrar en su interior la transportó a aquel tiempo vivido… Y Fanjeaux… y Bram… Y como no, Carcassonne

Días antes de su partida, su tío Joan la puso a prueba diciéndole: “Cuando estés allí, nada de ir vestida de negro, tampoco colgantes con forma de rosa, ni nada que te identifique, no hagas compras ni tonterías que te delaten. No deben de saber que vas. ¿Entendido?”
“Sí. Me ha quedado claro. Seré una turista más, de ésas que nunca se enteran de nada.” Recordó Magda a quien como siempre, hizo caso. Aun así, su falda larga de color blanco, su top rojo con lunares blancos, sus manoletinas a juego con el mismo y su bolso rojo no evitaron que la reconocieran y así se lo hicieron saber nada más llegar a la Citè. Hoy era consciente de que aquél viaje fue una prueba más de tantas por las que ya había pasado.
Empezaba a caer la noche en aquél bello lugar… donde siempre iba cada vez que buscaba refugio y paz…

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